Montaña

Está claro que para el nuevo mandatario, el primer dolor de cabeza o conflicto a subsanar no provino precisamente de las filas de su partido como todos vaticinaban, de la oposición, los países vecinos, Unasur o Mercosur, Yacyretá o Itaipú. Los organizadores de la fiesta cuidaron hasta el último detalle, porque parece que había una amenaza del EPP y una marcha de educadores.
A pesar de todas las precauciones, saltó la perdiz, donde menos se la espera. El primer problema presentado al mandatario, que parece va a ser complicado de arreglar, porque amenaza ser un culebrón novelero, provino de su gente, la más cercana: nada menos que de su ex, que apenas terminada la ceremonia, sorprendió a todos con su autoproclamación de “primera dama”.
Estuvieron fuera de lugar los comentarios vertidos por la señora María Angélica Montaña, por lo que se sabe ex del presidente. Por la forma en que se entrometió en la conversación, que mantenía su hija con la periodista, da a entender que es una comedida, que quería figurar de alguna manera en esa fiesta a la que se ve no estuvo invitada.
Si a uno no lo invitan a una reunión para qué ir; pero si va contra toda regla de urbanismo, protocolo y sentido común, es evidente que lo hace para molestar y buscar arruinarle la fiesta al que no lo invitó; una forma agresiva de encarar la situación y que promete guerra.
Podemos pensar que esta señora cree que la presidencia de un país es un bien ganancial; y entonces ella automáticamente pasa, porque es evidente que el divorcio legal no se ha consumado, a ser la “primera dama”.
El primer mandatario, inteligente como es, seguramente habrá advertido rápidamente la situación; ¿qué hará?, nadie lo sabe, pero sí podemos entender la disyuntiva al leer “entre líneas” esta frase: “Si Cartes no va a la Montaña, la Montaña va a los micrófonos”.

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