Aprender a valorar al otro


19 DE AGOSTO DE 2015 01:30

Le preguntaron al filósofo qué era lo más importante. Dijo: “Conocerse a sí mismo”, claro todo parte de esta premisa, porque si no sabemos quiénes somos o qué queremos, menos podemos decir que conocemos al otro. 


Y este conocimiento básico del yo, de uno mismo, es fundamental; pero no es un conocimiento individualista, hedónico o narcisista; es una toma de consciencia del yo, que está en función del otro, porque integramos una sociedad a la cual nos debemos. Lo segundo, para mí, sería saber apreciar o reconocer en el otro sus valores, lo que este aporta. 


En las sociedades más avanzadas vemos que el individuo que se destaca es reconocido y valorado, a la vez que se lo promueve sin importar su nacionalidad u origen. Mientras que en las sociedades más atrasadas sucede todo lo contrario, el individuo que se destaca generalmente es mal mirado o genera desconfianza; si es el caso de un buen trabajador u operario este suele jubilarse en su puesto, difícilmente se lo promueva, “ya que lo hace bien y para qué vamos a reemplazarlo”, el dicho “el que sabe sabe y el que no es jefe” se vuelve axioma; si es un científico, su campo de acción es reducido, ya que los gobiernos no le prestan atención ni lo apoyan, por tanto, en general termina emigrando; si es un empresario, para triunfar en este medio o mantenerse es difícil que escape a la corrupción reinante o, de lo contrario, deberá tener un perfil muy bajo; también la carrera más importante en este tipo de sociedad parece ser la de político o empleado público, el acomodo en un buen puesto, medio eterno, en el Legislativo o en el Judicial, en alguna municipalidad, ministerio, etc., es la meta de la mediocridad enrolada a banderías partidarias. 


Pero lo que más abunda en las sociedades atrasadas es la crítica insustancial, a diestra y siniestra, y es sumamente raro escuchar que alguien valore las cosas que están bien hechas; claro, muchos tienen miedo de hacerlo, porque inmediatamente salen los especialistas criticones, que son mayoría, a tapar cualquier comentario en contrario. 


También tiene mucho que ver con este atraso social la cuestión ideológica, es más, este parece ser el meollo del problema: la mirada negativa y parcial de la ideología hacia todo lo que no tiene su maniquea visión sin ninguna duda enturbia permanentemente esta posibilidad de apreciar al otro en todo su contexto. 


Claro que cuando el partido de la corriente ideológica indicada está en el poder, como dijo el Papa, cuando están “los que dan todo por el pueblo, pero nada con el pueblo”, la cosa cambia; la crítica ya no es hacia el gobierno, es desde el gobierno, va dirigida hacia todo lo que no comulga con sus ideas revolucionarias. Y lo que es peor, el hombre de mérito, sea en el campo que sea, aquí sí está más postergado, porque ahora ya no hay posibilidad para el razonamiento, acá es la verticalidad absoluta la que gobierna, y como de la noche a la mañana pasamos a ser todos iguales, y 2 + 2 ya no son cuatro, el atraso avanza en forma galopante, atraso que irónicamente llaman progreso; o progresismo, porque siempre está en desarrollo como la revolú cubana. 


Si una sociedad quiere salir verdaderamente del atraso, la mirada positiva se debe imponer, es fundamental saber valorar y apreciar lo que tenemos, sin caer en extremos seudonacionalistas o maniqueos; esto es mucho más importante que el pesimismo o la crítica insustancial que día a día nos distrae, aturde y deprime.


https://www.abc.com.py/lectores-opinan/aprender-a-valorar-al-otro-1399344.html

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