"La Pasión", de Mel Gibson
Si va a ver
“La pasión de Cristo”,
de Mel
Gibson, no compre pochoclos
Si usted aún no vio la
película y piensa hacerlo le vale el consejo del título. Esta no es una
película cualquiera, como las que Hollywood nos tiene acostumbrados. Esta obra
va mucho más allá de lo que quizá pretendía el realizador. Es varias cosas a la
vez: de amor, de lucha, de sufrimiento, histórica, de renunciamiento, de
traición, de perdón, mística; cada espectador entenderá el mensaje a su manera.
Las escenas de violencia
que muestra el filme, como ninguna película sobre la Pasión desarrolló antes,
logran su cometido: despertar al espectador, conmoverlo, hacerle bajar la vista
y sufrir con el personaje central.
Desde el primer instante
el director crea un clima que atrapa y lo mete en la trama, y a su término
usted no se dará cuenta que estuvo sentado más de dos horas. Pero ver esta
película basada en los Evangelios, o sea en un hecho real, no es moco’e pavo;
hay momentos en que uno instintivamente baja la mirada, casi por respeto,
resultando difícil contener alguna que otra lágrima.
Las escenas que se
desarrollan desde, prácticamente, el comienzo hasta el final son muy crudas
–matizadas con pasajes de mucha belleza donde se puede ver a un Jesús
trabajando de carpintero, de niño, en el sermón de la montaña rodeado de una
multitud, lavándole los pies a sus discípulos, en la última cena, etc.–, y en
esta crudeza se basaron para observarla como inconveniente para menores de 16
años; pero yo no hice caso a la observación y fui acompañado de mi hijo de 14.
Esta restricción a la edad creo que es solamente para restarle público, no me
parece que la violencia le preocupe a los censores, porque instantes antes de
la exhibición se muestran avances de otro filme con fuertes escenas de
lesbianismo, asesinatos, lenguaje procaz y encima anuncian que el argumento
está basado en un caso real, considerando a esta apenas inconveniente para
menores de 13; huelgan las palabras para tanta hipocresía.
La flagelación a que es
sometido Jesús es simplemente brutal. Estas escenas algunos la consideran
exageradas, tal vez no pueden concebir que haya sido así; pero quiero recordar
un viejo aserto: la ficción nunca supera a la realidad; ni siquiera en este
caso. Porque los espectadores están viendo una flagelación cómodamente sentados
que saben es de mentira; pero imagínense por un instante aquellos que
presenciaron el hecho, aunque haya sido la cuarta parte de lo que se ve en el
filme, acaso no sería mucho más terrible.
Otro acierto del director
es haber rodado la película en lenguas antiguas, arameo y latín. Esto le da una
fuerza al trabajo de los actores y a la historia que no la tendría si hubiera
estado hablada en inglés o español, posibilitando de esta manera que los
diálogos se ajusten con mucha fidelidad a los textos bíblicos. También es de
destacar las escenas en que aparece el demonio, algunos dicen que es una mujer
pero a mí más bien parece que el personaje representa a un ser andrógino.
Mucha polémica despertó
el filme antes de que se estrenara y con razón; la aprehensión, juzgamiento y
posterior crucifixión de Jesús no es una historia fácil de digerir por más que
hayan pasado dos milenios, y podrán pasar otros dos mil que este hecho seguirá
conmoviendo el alma humana.
Hemos podido escuchar a
sacerdotes de la Iglesia
católica que han sido entrevistados por los medios recomendar la película, y a
representantes de la colectividad judía poner sus reparos. Destacándose dos
opiniones sobre todas las demás, la del papa Juan Pablo II y la del gran rabino
de Roma. El primero vio el filme y al término su asistente menciona un
comentario que este hizo: “Así es como ocurrió”. Por otra parte, al rabino
romano no le gustó; sentenciando que esta película puede ser un retroceso en
las relaciones judeo-cristianas y expresando su temor por el posible
antisemitismo que pueda despertar la exhibición de la misma.
Sobre el aludido tema del
antisemitismo de la película, no encuentro nada en ella. Hay que recordar que
el enfrentamiento de ese entonces era de judíos contra judíos, tanto Jesús como
sus doce apóstoles eran todos judíos; los fariseos, judíos creyentes, fueron
los primeros en aceptar que Jesús era el Mesías, llamándose luego judíos
nazarenos. Muchos grupos judíos vieron en Jesús al enviado de Dios, entre ellos
los esenios y helenistas que transmitieron a las demás comunidades la nueva
doctrina. Pero los saduceos, que controlaban el Sanedrín, no lo aceptan.
También estaban los judíos zelotes y sicarios que mataban a los romanos y a los
propios saduceos, a los cuales consideraban traidores por colaborar con los
romanos.
Ahora transcribo un
párrafo del libro Todos somos judíos. Las
raíces judías del cristianismo, de Mario Saban, del cual he tomado algunos
datos expuestos más arriba: “No hay duda, y eso se verifica muy bien en el
Concilio de Jerusalén del 49-50, de que los hombres del grupo judío-nazareno
(cristiano) que representaban a la ortodoxia judía eran: Jacobo Ben Zebedeo
(Santiago el Mayor) muerto en el 42, y su sucesor Jacobo Ben Alfeo (Santiago el
Menor) muerto en el 62. Ambos Santiagos fueron los jefes de la comunidad
judeo-cristiana de la ciudad de Jerusalén. Sus muertes deben ser estudiadas no como una persecución del poder judío a
los primeros cristianos, como el antisemitismo medieval ha postulado, sino como
una lucha interna de partidos judíos. Los judíos nazarenos se encontraban
en la oposición al poder político saduceo, es indudable que muchos de ellos
eran judíos que provenían del fariseísmo y hasta del celotismo nacionalista,
como Simón el Cananeo (San Simón). Como reiteradas veces vimos, los judíos
saduceos perseguían a todo el conjunto del fariseísmo opositor, entre los que
se encontraban los judíos nazarenos. Es por ello que la persecución antijudía
nazarena de los saduceos era una represión general contra toda la masa del
pueblo judío”.
Para los católicos y
demás cristianos la pasión de Cristo no es novedad; a los chicos se les enseña
el catecismo y toman la comunión a la edad de 8 años; también en Semana Santa
se realiza el Vía Crucis en casi todos los barrios, contándose y
representándose desde hace siglos cómo murió Jesús; pero esta historia sí es
una novedad para personas de otros credos, de ahí puede ser que sus autoridades
estén preocupadas.
Dicen que Dios todo lo ve
y que sus caminos son misteriosos; quién no nos asegura que haya visto la
película “Corazón valiente”, también de Mel Gibson, y pensado: “Por qué no
aprovechar el cine para recordarles lo que pasó; este muchacho Mel parece bueno
para contar historias”.
Por último, les vuelvo a
recordar que no compren pochoclos antes de entrar a la sala, cómprenlos
después. (4/2004)
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