El amigo americano

Por las dudas aclaro: jamás pisé la embajada norteamericana, al embajador no lo conozco, tampoco conozco los EE.UU., lo más lejos que llegué al Norte fue a Camboriú, no sé hablar inglés, los dólares los veo de lejos, así que como ven no tengo ninguna conexión con el imperialismo yanqui, hago esta aclaración porque los maniqueístas de siempre, a cualquiera que tenga una postura opuesta a su visión antiamericana suelen acusarlo de ser agente de la CIA.
No conozco el caso de un diplomático que haya realizado las actividades extracurriculares que el actual embajador norteamericano, James Cason, ha desplegado en Asunción y aledaños; desde subirse a un escenario a cantar, en un festival; pasando por declaraciones a la prensa en las que imita el maullido de un gato, a la de ser parte de un elenco teatral. Tampoco critico sus cualidades histriónicas y supongo que a mucha gente le agradará o caerá simpático.
Por otro lado, me imagino que cuando el gobierno norteamericano designa a sus embajadores, éstos, en general, deben estar deseosos porque les toque algún país a los que llaman primer mundo (Francia, Inglaterra, España, Alemania, Japón, etc.) o en todo caso alguno sin conflictos internacionales y de peso en el concierto de las naciones (Brasil, México, India, China, Australia), pero seguro que a ninguno de ellos le gustaría ir a un país perdido en el mapa, con una economía casi irrelevante y catalogado como uno de los más corruptos en el mundo. Un destino así más bien parecería un castigo en la carrera.
También el gobierno norteamericano de seguro debe tener en cuenta para estas designaciones la capacidad o cualidades de cada uno. Porque no es lo mismo mandar un embajador a Irak (bueno en estos momentos ahí tienen cientos de miles de embajadores), o a una potencia como China o Rusia, que al Paraguay; y supongo que este criterio viene de lejos en el tiempo así que los sucesivos diplomáticos americanos que han estado en nuestro país, por más que no los hayamos oído cantar o actuar, no habrán sido muy distintos al actual.
Pero al embajador que hoy representa al gobierno norteamericano parece no disgustarle esta misión o no la siente como un castigo, porque se ve que algo le atrajo de nuestro país, razón por la cual debe ser que estudió el idioma guaraní, que llega a hablar con fluidez y mejor que muchos compatriotas (me incluyo); y no sólo el idioma, también nuestra historia. Quizás haya leído aquella poesía de don Antonio Ortiz Mayans que en una estrofa dice: "Nuestras costumbres no tienen nada/ que se parezcan a otra nación/ son tan sencillas que siempre agradan/ porque no tienen complicación"; y entonces le haya entrado la curiosidad de conocerlo y conocernos.
Motivan estas reflexiones no el criticar o adular al embajador, sino la preocupación que tienen y han tenido los distintos grupos de pensamiento maniqueísta por el imperialismo americano y la influencia de la embajada yanqui en nuestro país. Desde decir que han puesto y volteado los sucesivos gobiernos a dedo al clásico insulto a cuanto diplomático estuvo al frente de la legación americana. Pero con éste en particular parecen ensañarse un poco más que con los otros: se ha creado sospechas sobre una posible vinculación de la fiebre amarilla y una supuesta guerra bacteriológica desatada por el imperio norteamericano, viendo en la actitud solidaria algo que despierta suspicacias (o sea que nos enferman por un lado y nos curan por otro para que creamos que son buenos ¿?); y ahora, con el apoyo de la embajada norteamericana, se están realizando cirugías oftalmológicas sin costo, veremos con qué nos sorprenden los detractores por este hecho (capaz que dicen que a los operados le van a implantar secretamente chips para espiarnos mejor); también se lo tilda de intervencionista, y que probablemente esté ya manipulando los resultados de la próxima elección, con lo cual el gran perdedor (en caso de que pierda) ya tiene el discurso armado; también alguien lo llamó virrey del Paraguay; y existe un monje negro en el gobierno que realmente te hace pasar vergüenza, lo tildó de "hijo de p…", "pobre gato" y "embajadorcillo que no representa a nadie" (yo le diría al de la voz que sale de una garganta profunda: mirá quién habla). Como ven, hacia la figura de este embajador y lo que él representa existe, por un lado, una actitud rayana en el delirio y por otra declaraciones a la prensa harto groseras de miembros del gobierno.
Y este embajador en alguna medida me hizo acordar a otro, que no hace mucho estuvo en Buenos Aires, Orlando Fiorotto, que fue defenestrado rápidamente por una comisión de derechos humanos formada ad hoc. También éste se salió de los cánones diplomáticos, alguna que otra vez cantó en las reuniones sociales y fue solidario con muchos compatriotas necesitados, siendo recordado gratamente por la mayoría de la colectividad residente en Buenos Aires, no así por los amargados de siempre.
Esto que escribo es sólo una reflexión que comparto con el ocasional lector, no pretendo ni puedo cambiar nada aunque estoy convencido que mucho tenemos que cambiar o mejorar. Tal vez tratar de ser un poco más educados; ser un poco más cordiales con aquellos que están de paso en nuestro país y así brindar una buena imagen para que los que se van hablen bien de nosotros y recomienden visitarnos, el turismo funciona así; evitar el ñe-e rei, defecto que siempre criticamos a nuestros vecinos allende la frontera y resulta que ahora los estamos superando, siempre pensé que es más importante escuchar que hablar. Nuestros padres y abuelos en general tenían estas cualidades así que no debe ser tan difícil, si nos proponemos, el cambio. Como ayuda tenemos viejas poesías, que se han hecho canción, como la de Ortiz Mayans y tantos otros que con versos sencillos nos hablan de un estilo de vida y un acervo cultural muy rico. Para terminar, una estrofa, que es una expresión de deseo, de "Che pyjhare mombyry" de los hermanos González: "Quisiera que mi cantar/ lo lleve el viento al pasar/ y así en tu lecho dejar/ la nostalgia de mi ser..."

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