Hacia dónde va el primer mundo, y hacia dónde vamos nosotros
(Publicado en la revista “Ñe’engatu”, Bs. As., junio 2007, pp. 24-25)

Por otro lado, compiten fuertemente con los europeos los
norteamericanos. La penetración cultural por parte de estos a través de
películas, a lo largo del siglo veinte, ha sido formidable. Nosotros quizá
conocemos más los nombres de muchas localidades yanquis que las propias.
Nuestras viejas y tradicionales comidas han sido desplazadas por las
hamburguesas, panchos, caldos en cubo, purés instantáneos, pollos instantáneos,
el viejo pororó ahora es pockorn, etc. Los quioscos son drugstore, las tiendas
son shoppings, proliferan los fast-foods, cualquier peluquero hoy es un coiffeur
que te hace el brusshing y el antiguo envío a domicilio pasó a ser un delivery.
En el mundo de los negocios tenemos yuppies, management, entrepreneur, ahora un
poco más nuevo los brokers. Las palabras marketing, franchising, merchandaising,
etc., son de uso regular. Lo único que todavía no nos pudieron enchufar en esta
parte del mundo es el béisbol y la palabra soccer, pero no crean que no están
estudiando la forma.
Pero yendo un poco más atrás en el tiempo, veo que hay términos que se
usaban antes de venir uno al mundo, que eran también foráneos: taxi, bar,
hotel, restaurante, boite, whisky, etc. Así habrá habido palabras nuevas que se
introdujeron en los siglos XIX y XVIII. O sea que, como expreso al principio,
nuestro mundo siempre se nutrió de modas y adelantos extraños, que se
impusieron sin violencia y sin darnos cuenta. También muchas de las modas que
nos legaron fueron pasajeras. Como todo: lo bueno perdura, lo malo, no. Pero
sin duda algo es cierto, todas las innovaciones primero se experimentaron en su
lugar de origen, luego nos mandaron los peludos de regalo.
Y en política cómo andamos. Este rubro no es una excepción a la regla.
Desde la conquista, todas las luchas que se dieron en el Viejo Continente se
vieron reflejadas en las posesiones que estos tenían en ultramar. Franceses
contra españoles, españoles contra ingleses, franceses y españoles contra
ingleses, portugueses atrapando africanos para venderlos como esclavos en
América, nazis con la idea de adueñarse del mundo, modas fascistas, socialistas
o comunistas, el liberalismo jacobino y el liberalismo inglés. Todo extranjero,
nada de esto se inventó en nuestras tierras y, por el contrario, todo proyecto
político auténticamente nativo que pudo darse fue sojuzgado mediante agentes
criollos que no han tenido escrúpulos en llevar adelante verdaderos genocidios;
como recompensa, la gran mayoría de estos “adelantados” han recibido,
posmortem, la gratitud eterna que se ve reflejada en monumentos, calles, la
historia oficial y los suplementos culturales de los domingos.
Pero actualmente, en política, cuáles son las modas que imperan en el
Viejo Continente que tarde o temprano nos van a llegar. Creo que las elecciones
recientemente realizadas en Francia, España e Italia, nos pueden dar una idea.
En Francia, luego de un par de períodos de Jacques Chirac, quien
sucedió a un comunista como Mitterrand, dueño absoluto de Francia desde 1981 a
1995, un miembro de su mismo partido, Sarkozy, vuelve a ganar los comicios. El
socialismo ha quedado relegado.
En España, si bien los pasados comicios fueron municipales, se puede
observar una leve ventaja del Partido Popular (conservador) con respecto al
Partido Socialista Español.
En Italia, Berlusconi perdió hace algunos meses frente al socialista
Prodi, pero estos acaban de perder en los recientes comicios municipales. De 26
ciudades, 13 ganaron los conservadores, o sea la línea del magnate italiano,
cinco los socialistas y 8 van a desempate.
En Alemania, en las pasadas elecciones, también los conservadores han
desplazado a la izquierda.
En todos estos casos las elecciones fueron reñidas y ambas fuerzas,
socialistas y conservadores, vienen desde hace tiempo alternando el poder sin
mayores contratiempos.
También hay que tener en cuenta, que en estos países los socialistas
han tenido que cambiar su viejo discurso de estatistas por el de libre
mercadistas. A ninguno de los candidatos de izquierda en estas regiones hoy día
se le va a ocurrir hacer campaña con las ideas de Marx o Lenin. Porque saben
bien que si esto hicieran no los votan ni su familia.
Observando los dramas que ha sufrido la vieja Europa a lo largo del
siglo XX: las guerras mundiales, las sucesivas dictaduras que parecía serían
eternas, el hambre, la desocupación y las masivas emigraciones que produjeron
estos sistemas, sobre todo en Italia y España, da la impresión de que algo han
aprendido y hoy día son países estabilizados, han logrado unirse formando una
comunidad, una moneda única y acuerdos fronterizos que permiten moverse de uno
a otro Estado sin mayores papeleos. Pero para que ello suceda, primero tuvieron
que respetar las leyes del juego; o sea sus propias constituciones. A ningún
gobernante que acceda al poder, sea de derecha o de izquierda, se le ocurre
cambiar dichas reglas para perpetuarse en el poder, o clausurar un diario
porque es opositor.
Como ven, la actual moda en política en el primer mundo no es la
revolución del proletariado. Es todo lo contrario: el respeto al individuo; a
las opiniones, a la libre competencia y a la libre información. Con un muy
fuerte apoyo de la Comunidad a su gente en el campo de la investigación.
Como se aprecia y compara fácilmente, en cuestión de moda política
estamos atrasados casi un siglo.
Por eso nuestros paisanos se van. Se van porque por estos lares, en
Sudamérica, Chávez es el referente; porque el gobierno paraguayo enquistado en
el Partido Colorado se declara socialista y humanista y buscan la forma de
eternizarse cien años más en el poder; porque en la Argentina hay permanentes
marchas de personas que recuerdan a las que se hacían allá por 1917 en Rusia;
porque nuestros gobernantes pretenden desde que asumen cambiar la Constitución,
para recontrarreelegirse; manejar la Justicia con jueces amigos y manipular el
Legislativo. Porque critican la globalización, un proceso irreversible desde
que el mundo es mundo. Y porque este sistema colectivista que impera en estas
latitudes hace que lo único que progrese sea la miseria, el desempleo, el
clientelismo, la corrupción, la ignorancia, la injusticia, la inseguridad y, lo
peor, la desesperanza. O sea que nuestros compatriotas se van no porque no vean
un porvenir para ellos, sino que no ven un porvenir para sus hijos y nietos.
Una pregunta: dígame, ¿usted se metería con su viejo autito en una
autopista de contramano? Seguro que no. Entonces, ¿por qué vamos de contramano
con una vieja política, que sabemos ha fracasado, y que nos lleva al desastre
indefectiblemente?
Y así como los adelantados criollos, hoy convertidos en héroes (con
pies de barro) que hice referencia antes, no permitieron el desarrollo en estas
regiones de proyectos locales, veo que actualmente tenemos otros “adelantados”
que nos proponen proyectos probadamente fracasados como si fueran el último
grito de la moda. Por eso, como reflexión final, le pido que piense un poco
antes de emitir su próximo sufragio. Nuestros males no son responsabilidad
exclusiva de los que nos dirigen, por algo están allí.
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