FRANCISCO SOLANO LÓPEZ EN LA PRENSA INTERNACIONAL DESPUÉS DE LA GUERRA DEL 70
(Publicado en la revista “Ñe’engatú”, Buenos Aires, julio de 2006, pp.
4-5)
Si bien todos nuestros compatriotas están de acuerdo en que el Paraguay
antes de la gran guerra era un país pujante e independiente, a la hora de
hablar de Solano López se produce la división. Un diplomático paraguayo acaba
de aprobar un examen para acceder al rango de embajador al presentar un trabajo
sobre la Triple Alianza. Según leo en la escueta noticia del diario ABC, de
Asunción, del 3 de julio pasado, que “Ricardo Caballero Aquino afirma en su
obra que López podía haber evitado la guerra si se hubiera aferrado a la
política de no intervención que llevó adelante eI Dr. Francia”.
Fácil es hablar u opinar si aquello fue bueno o malo, o qué se debía
haber hecho, con la mentalidad ubicada en este tiempo, casi un siglo y medio
después, y no en aquél. Entiendo que este análisis del diplomático sirve al
avance de su carrera, que debe ser lo que a él le interesa.
Hace tiempo comprendí que uno solo es un mero observador de la historia
y que hay que tener mucho cuidado al interpretar los hechos; para hacerlo debemos
tratar de abstraernos de este tiempo y ubicarnos en el que queremos discernir,
porque los conocimientos, el horizonte y los valores morales de los hombres de
más de un siglo atrás eran muy distintos a los actuales. Nuestro pasado, por
más cercano o más lejano en el tiempo que esté, es inmodificable, y nuestro
presente es fruto de aquel pasado, o sea de las cosas que se realizaron o no, y
si mucho en la actualidad está mal, porque nuestro presente no es precisamente
un lecho de rosas, más bien de espinas, es producto en gran parte de la
distorsión histórica que sistemáticamente se llevó a cabo. También nuestro
futuro, o el futuro de los que nos sucedan, será producto de lo que acontezca
en el presente, de ahí la importancia de conocer y transmitir los hechos
acaecidos en forma veraz e imparcial, lejos de vanas opiniones.
A poco de terminada la guerra del 70, y antes también, los artículos
periodísticos en contra de Solano López estaban a la orden del día y era raro
encontrar pensamientos disonantes en los medios de aquel entonces. La
provocación, fomentar el odio, el rencor y el revanchismo, con la consiguiente
creación de antinomias, fue la constante de importantes medios del Plata. Pero
allende los mares hubo muchas voces que se alzaron, durante y después de la
guerra, a favor de la causa paraguaya. Y aquí voy a transcribir dos comentarios
sobre la muerte de López a poco de terminada la guerra; uno pertenece al
periódico inglés “The Manchester Guardian”, del 14 de abril de 1870; y el otro
es un artículo de C.C. Hazewell, “The Seventh Decade of the Nineteenth Century”, publicado en la revista estadounidense “Harper’s Magazine”, en enero de
1871, página 283; es de destacar que ambos medios aún siguen editándose.
Elijo estos trabajos porque son contemporáneos de López y proceden de
la pluma de escritores o periodistas con alta escuela, perteneciendo ambos a
países, aunque imperialistas, de raíces profundamente democráticas. Noten
ustedes la visión que tenían estos de nuestra Nación antes de la guerra, totalmente
distinta a la que nuestros vecinos, urbi et orbe, se encargaron por mucho
tiempo de difundir, amén de producir un profundo lavado de cerebro en nuestros
compatriotas a través de sus escritores oficiales, a la vez que tendían un
manto de silencio sobre cualquier trabajo que indicara lo contrario.
El primero: “(…) Ni tampoco merece la pena examinar nuevamente las
acusaciones de crueldad y tiranía que tan liberalmente se han formulado contra
él (López) … Es probable que algunas de ellas, cuando menos, sean exageradas y
lo cierto es que su gobierno no habría podido seguir existiendo, especialmente
después de estallar la guerra y de que empezó a ser desastrosa para él, si
hubiese vacilado un momento en dar pruebas de la severidad más implacable en
cada vez que la juzgó necesaria para sus intereses. Pero su caída tiene algunas
consecuencias que no deben pasarse por alto. Ha destruido un notable sistema de
gobierno. Ha transformado al único Estado de la América del Sur en el cual la
raza india mostraba actualmente alguna probabilidad de alcanzar o recuperar la
fuerza y la organización necesarias a fin de hacerla apta para gobernar (…)
Ningún otro Estado de la América del Sur ha podido jactarse de tanta paz
interior.”
El segundo trabajo expresa: “Ninguna otra contienda ha causado una
impresión más profunda a los observadores competentes, teniendo en cuenta las
cifras afectadas, que la guerra paraguaya, a la que se puso fin en 1870 después
de haberse librado por cinco o más años con ferocidad casi increíble. El
furioso espíritu vengativo que marcó su curso hizo que participara más bien del
carácter de una guerra civil que del de una contienda entre naciones. Esto se
debió, quizá, a la posición tan peculiar que el Paraguay ocupó en la América
del Sur y que debía con el tiempo, de haberse permitido que aumentara su
poderío, convertirla en una potencia conquistadora de primera clase. Era la
Prusia de la América del Sur y todos sus recursos en hombres y dinero estaban a
la disposición ilimitada de su jefe, que era un dictador en un sentido más
amplio aún que el romano de la palabra. Si los paraguayos hubieran sido algo
más numerosos, aunque sólo unos pocos miles, es muy probable que López hubiera
salido triunfante de la guerra y convertido al Paraguay en el primero de los
países sudamericanos. Ese país podría haber sido para la América del Sur
moderna lo que el dominio inca hizo del Perú en la época anterior a la
conquista española. Pero aunque la guerra se prolongó mucho, solo podía tener
un resultado, por ser tanta la desigualdad numérica. Los aliados le pusieron
término a principios de 1870, cuando López fue derrotado y muerto en el limo en
una escaramuza final, resistiendo hasta lo último, y peleando y muriendo como
un romano.”
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