Al Panteón, al Panteón...
Recuerdo de hace algunos años que en la Argentina
acostumbraban gritar, cuando un cantor popular era realmente bueno: “Al Colón,
al Colón…”, porque este es el máximo escenario de ese país. De tanto que los
muchachos gritaron no faltó un gobierno populista que dijo sí, fulano al Colón;
y así un buen día llegó el tango, otro el folklore al mundialmente conocido y
prestigioso Teatro; aún falta la cumbia villera, pero a no desesperar que ya va
a llegar, de la forma que vamos falta poco.
Y como en nuestro país no tenemos un coliseo musical de esas
dimensiones, y lo único que podemos mostrar como máximo exponente y con orgullo
al mundo es nuestro querido Panteón Nacional de los Héroes, también
mundialmente conocido, como vemos, no tenemos más remedio que recurrir a este “coliseo”
mortuorio, para llevar a las ilustres y destacadas figuras de nuestro acervo
cultural.
Ahora bien, todo tiene sus pro y sus contra; a favor hay que
destacar que en algo sí les superamos a los populistas vecinos: nosotros no
llevamos sólo músicos a nuestra “meca”, también políticos y escritores; héroes
por ahora no, momentáneamente están suspendidos hasta la próxima guerra, si les
queda lugar. Y la contra es que, lamentablemente, al revés de lo que pasa en la
Argentina a nuestros populares candidatos no los podemos entronizar en vida,
los homenajeados no se dejarían; aunque en un futuro y como de nuestros cráneos
cualquier sorpresa podemos esperar, no sería de extrañar alguna propuesta en
tal sentido.
Y es así que cada tanto, cuando el viento al pasar parece
decir: “Al Panteón, al Panteón…”, en otro lado el eco contesta: “Qué hice yo,
qué hice yo…” para merecer esto.
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