BEN MOLAR: “Es muy lindo defender lo nuestro, nuestra música, la tierra nuestra y las formas de vida nuestra”

(Publicado en “Paraguay Ñane-retä”, Buenos Aires, noviembre de 1993)

ENTREVISTA A BEN MOLAR

—Hace poco usted estuvo en Asunción, en el Festival de Ypacaraí y también en Encarnación, ¿que nos puede contar de su estadía en nuestro país?

—No es fácil relatar con palabras los momentos felices que yo pasé en Paraguay, cuando estoy diciendo yo pasé estoy queriendo decir cada vez que viajo al Paraguay paso muchos momentos de felicidad. Pero en este caso fueron días muy especiales. Se me brindó la habitual hospitalidad, el habitual cariño y los brazos abiertos de los hermanos paraguayos. Fueron momentos muy emocionantes para mí, que en algunos momentos, en los distintos días que estuve de octubre, me hicieron llorar. Sentirse aclamado por cuatro o cinco mil personas, cuando me nombraban o cuando cantaban las canciones cuyas letras me pertenecen, pero además de esto coincidió que por primera vez en mi vida yo festejaba mi cumpleaños lejos de mis familiares. Al decir lejos, quiero decir en sentido figurado, porque me acompañó uno de mis hijos, entonces él estaba representando un poco a mi familia. Pero era para lagrimear escuchar a esas miles de personas cuando minutos después de las doce de la noche, de ese 3 de octubre de 1993, me cantaron, a pedido del querido amigo Alberto de Luque, el Feliz Cumpleaños. He pasado unos días magníficos, mi hijo Rubén no se cansa de contar, muy emocionado, esos momentos de felicidad que pasamos, inolvidables para mí, inolvidables para mi hijo y además estar cerca de los muchos y tantos amigos que uno ve ahí. Chiquito Swarz, que fue el que me invitó; los queridos hermanos Alberto de Luque y Coco Bernabé, propietario de Radio Nanawa, y además hijo de un entrañable amigo que era Juan Bernabé, que fue el director y propietario de Radio Comuneros y que hizo mucho por el acercamiento de los pueblos de Argentina y Paraguay. Sería muy extenso contar, pero esos cuatro días que pasé en Paraguay permanentemente son una imagen de un sueño hecho realidad.

—¿Alguno de sus hijos se ha dedicado a la música?

—Tengo dos hijos, uno es médico, que me ha dado junto a su esposa Marcela, una nietita de 3 años que se llama Maia, que es una adorable criatura que quiero mucho y me acompaña mucho. Este querido médico Daniel, es además profesor de Tai-Chi-Chuan. Esta disciplina es una gimnasia china, y su maestro chino que vino hace poco, me decía que Daniel es el mejor profesor de Tai-Chi-Chuan en la Argentina. El otro, Rubén, es un cantaautor, es doctor en sicología, pero ha dejado todos sus pacientes por las canciones. Estuvo actuando mucho tiempo en México, con bastante éxito de acuerdo a las informaciones que tengo y a los programas de televisión de Cable Eco que llegaron a la Argentina y que he visto. Un chico muy talentoso. Los dos son extraordinarios hijos que me acompañan constantemente.

—Recordando un poco aquella época de oro, de la Argentina y el Paraguay en cuanto a creación, ¿qué nos puede relatar?

—Hay muchos relatos, esto donde estamos ahora conversando, si bien está en la Argentina, es tierra paraguaya. Porque por acá desfilaron en los últimos cincuenta años todos los más grandes autores, compositores del Paraguay. Yo tuve la inmensa suerte que Dios me permitió ser amigo de esos talentos tan grandes como José Asunción Flores, que también su última composición yo le hice la letra por pedido de él, y se titula “Nace un amor”; y hombres de la dimensión de Demetrio Ortiz, Emigdio Ayala Báez, ellos tres están ahora en el cielo. Y la de Florentín Giménez, un extraordinario personaje, músico talentoso muy humilde y muy modesto como eran muy humildes y muy modestos José Asunción Flores, Emigdio Ayala Báez, Demetrio Ortiz. Otro talento, y también humilde y modesto, fue Herminio Giménez, un gran amigo mío a quien yo le hice la letra en castellano de “Che novia cue mi”, en fin tengo la enorme suerte de haber tenido la compañía de ellos en forma constante, continua y a veces casi diaria antes de irse al cielo estuve con ellos charlando y ellos siguen alrededor nuestro, porque van a perdurar por siglos a través de su música y de su buen comportamiento, como buenos seres humanos y como buenos paraguayos.

—Podría relatarnos los momentos que le inspiraron “Tus lágrimas”.

—Algo de ese relato lo ha hecho Demetrio Ortiz en su libro, hace pocos días en Asunción estuve con su hija Esperancita y con su esposa, y estuvimos charlando alrededor de esto. Sucedió en un hospital en donde lo habían internado, en Buenos Aires, creo que era el Ramos Mejía. Yo fui de visita, pero no me dejaban pasar porque estaba muy grave; la única que estaba al lado era su esposa que lo acompañaba constantemente. Entonces yo recurrí a uno de esos trucos viejos que hacemos cuando queremos entrar a alguna parte. Pedí un guardapolvo e hice como que era un médico y me dejaron pasar. Sé que le tomé la mano a Demetrio, en esos momentos él estaba en la camilla, con todos los cables dándole esos sueros para que pudiera seguir viviendo, pero el comentario que había alrededor mío era que ya se iba de la tierra. Yo no sé de dónde saqué fuerzas, no sé; Dios me dio la fuerza como para que hiciese bromas o que me hiciese el gracioso y le dijese: “Demetrio, tenés que levantarte pronto porque tenemos que seguir peleando y discutiendo como siempre, y como siempre tenemos que vernos diariamente. Vos me pediste que haga una letra para una música tuya y yo la voy a hacer, así que yo necesito que te levantes pronto y que vengas a mi estudio a seguir tomando cafecito, a seguir tocando la guitarra y a seguir enseñando a mi hijo Rubén, porque vos sos un buen profesor de guitarra y mi hijo (que en ese entonces tenía 8 o 10 años) te necesita”. Dios hizo el milagro, porque al día siguiente él se repuso. Y la letra nació por efecto de que yo había visto a la mujer que estaba llorando y las lágrimas le caían sobre el rostro de Demetrio Ortiz. En ese momento nació mi inspiración e hice la letra de “Tus lágrimas”, pero sin darle ese contenido tan triste de alguien que se iba de la tierra, sino como si fuera una canción de amor.

—Usted ha promocionado a muchos músicos, podría nombrar algunos de ellos.

—De alguna manera yo iba a decir que nacieron acá al lado mío; no nacieron, ellos eran músicos compositores: Neneco Norton, Emigdio Ayala Báez, Demetrio Ortiz, Florentín Giménez, José Asunción Flores de alguna manera de 51 años a esta parte ellos, sus primeras canciones, nacieron acá en mi casa; yo fui el editor de ellos, y tengo la alegría de decirte que muchas de las canciones, por ejemplo con Florentín Giménez, “Muy cerca de ti” él me contaba que tiene 120 grabaciones y yo no lo podía creer, decía no puede ser Florentín tantas, a lo sumo tiene 30 o 40; ¡no, tiene 120 grabaciones en todo el mundo! Y me acuerdo cuando hice hacer la primer grabación a una chica que se llamaba Gladis Osorio, y que cantaba boleros, yo le hice grabar “Recuerdos del Paraguay”, la música era de Demetrio Ortiz y la letra era mía, y esa chica, que en aquel entonces o antes de esa grabación que yo peleé para que ella grabara en la compañía RCA Victor, que no querían que grabara, pero yo me peleé hasta que conseguí, esa chica que se llamaba Gladis Osorio y que cantaba en Tucumán y en Salta boleros con el correr del tiempo y a partir de eso se empezó a llamar Mercedes Sosa. Así que tenemos el gusto y el honor de saber qué artistas de nivel mundial han grabado música paraguaya, Mercedes Sosa, Los Panchos. Me acuerdo cuánto estuve detrás de ellos para lograr que grabaran guaranias, me acuerdo un famoso cantante norteamericano llamado Neil Sedaka, me estoy acordando de Julio Iglesias para convencerlo para que grabara ese tema de Neneco Norton, en fin estoy muy contento de saber que de alguna manera estuve cerca del nacimiento de todos los más grandes éxitos de la música paraguaya que van a durar indudablemente un siglo, dos siglos, cuando nosotros no estemos más en la tierra la música, esas melodías y esas hermosas poesías van a perdurar en todo el mundo.

—¿Se puede decir que la guarania es una música clásica?

—Sí, sí, indudablemente. La guarania, de la misma manera que el tango, tiene una concepción universal muy importante. De los grandes músicos clásicos te puedo nombrar por ejemplo a Schumann, a Schubert, que han hecho lieders, pequeñas canciones; cada una de ellas, de las guaranias y de los tangos están a la altura de esos grandes momentos en los músicos clásicos, vuelvo a reiterar como Chopin, Schubert, como Schumann, son trozos de canciones de dos minutos que van a perdurar en el tiempo y se convertirán en música clásica, indudablemente.

—¿Cómo ve a nuestra música actual?

—La música nuestra, que es mía también, yo veo que pasa lo mismo que algunas cosas que pasan también en la Argentina con los tangos. Los interesados en mantener vivo el fuego de las raíces nuestras, las argentinas y la de nuestros hermanos paraguayos, que yo me considero realmente, no sólo me han dado el título de Huésped de Honor en Ypacaraí sino que yo me siento ciudadano paraguayo, son músicas que nuestros pueblos no lo apoyan en la medida que tienen que apoyarlo. Nuestros cantantes populares y nuestros músicos populares no le dan la importancia que merece esta música hermosa que llega a los oídos de distintas partes del mundo y se emocionan. Los intereses que hay alrededor de la música de “ruido” se manejan en el orden a veces no artístico sino estrepitoso y entonces jóvenes, hombres o mujeres tienen que, con todo respeto hacia la música de todos los países del mundo, tienen que reforzar todo lo posible la música de cada país, la música autóctona, el tango en la Argentina, la guarania en Paraguay o las tonadas chilenas en Chile; pero hay una última o las dos o tres últimas generaciones que no refuerzan en la medida en que tenían que reforzar un patrimonio tan importante y una herencia tan grande como la que nos dejaron estos compositores. Vuelvo a repetir, con toda humildad y con toda modestia, nos legaron una herencia incalculable e invalorable.

—La música que proviene, principalmente de los países más poderosos como Estados Unidos, Inglaterra, influyen en nuestra cultura. ¿Cómo se hace, en alguna medida, para revertir tan poderosa influencia?

—No hay que revertir. A modo de ejemplo, si esta corbata que estoy usando ahora, viene de países poderosos económicamente y me obligan a que yo use esta corbata, yo ciudadano de Latinoamérica me gusta la corbata la compro, la uso, pero paralelamente, simultáneamente, yo tengo que comprar una corbata hecha en mi país y entonces tengo que exigirle al fabricante de mi país, se llame Argentina, Paraguay o cualquier país de Latinoamérica, que tienen que hacer lo posible por hacer igual o mejor que esa corbata que están tratando de implantarme por los medios masivos de comunicación y por su poderío económico. Entonces yo te digo: sí me gustó mucho esta corbata que me compré de tal país, pero mira esta otra que me compré, es casi más linda o por lo menos es lo mismo de linda. Perdóneme, no es justo comparar una corbata con una canción, pero es así yo tengo que hacer algo para que mi música, la música que me legaron los José Asunción Flores los Demetrio Ortiz, los Emigdio Ayala Báez, sea, primero, lo bastante interpretada para que el oído de los jóvenes vaya, primero recibiéndola y después adoptándola. Vuelvo a repetir, sin intentar destruir aquella otra música; sabes por qué, porque cuando nuestra música vaya al país de ellos y se logre imponer algún día a mí no me gustaría que la quieran destruir. La tienen que aceptar, la música es universal. Y recuerdo cómo convencí a Los Panchos para que grabaran guaranias. Me acuerdo como si fuera ahora. Estaba pasando, uno de ellos, por un momento muy serio, yo durante diez años cada vez que venían a la Argentina los quería convencer: “Mirá, cantá esta guarania, mirá qué hermosa; ‘Mis noches sin ti’, ‘Recuerdos de Ypacaraí’, ‘India’.” Me contestaban: “Salí de acá, nosotros sólo cantamos boleros de México y de Centroamérica”. Pero un buen día yo les hice un favor muy grande y ellos creyeron que me lo podían pagar ese favor grabando guaranias. Esas guaranias que grabaron le abrieron un país que durante cerca de treinta años no los recibían por nada del mundo, no los aceptaban, que se llama Japón, a raíz de haber grabado las guaranias penetraron en el territorio japonés cuando salió el disco allá. Te das cuenta qué es lo importante. Lo importante es que las jovencitas, los jovencitos empiecen a estudiar esas hermosas letras, esas hermosas poesías, que han hecho los hombres del Paraguay. Los poetas y los jóvenes compositores que digan, bueno esto es música que se tocó hace 40 o 50 años atrás, yo le voy a dar un toque, sin desvirtuar, 1990; y de esa manera voy a expresar mis vivencias y mi modo de sentir en 1993. Escribiendo en el idioma de hoy pero respetando el sentimiento que se puso en esas guaranias de tantos grandes compositores paraguayos.

—¿Siempre viste la camisa de ahó-poí?

—Desde hace casi 50 años, cuando por primera vez fui a Asunción, no uso otra camisa más que las camisas de ahó-poí. Camisas que por otra parte, en este último viaje que hice a Paraguay no vi a ningún paraguayo con camisa de ahó-poí, yo era el único que estaba usando esta camisa. Cuando de tanto en tanto me encuentro en mis viajes por distintas partes del mundo, o vienen a la Argentina grandes cantantes internacionales, me ven con la camisa de ahó-poí, e invariablemente me dicen, ¡che qué linda camisa!, ¡puedo comprarme acá en la Argentina una de esas! Y le digo, no éstas son de Paraguay. ¡Uy, cómo me gustaría tener una! Y ese cómo me gustaría tener una significa que yo tengo que sacar una de las camisas que tengo guardada y regalarla. Pero tengo alguna suerte, siempre hay un querido hermano que se llama Alberto de Luque, que cuando viene a Buenos Aires sabe que me tiene que traer una camisa de ahó-poí y yo no uso otra camisa, podés jugar una apuesta, todos los días de mi vida sólo uso camisas de ahó-poí.

—No le pregunto cuántos años cumplió, pero se lo ve muy joven. ¿Cuál es el secreto para mantenerse en tan buena forma?

—Hay una forma. Yo cumplí el 3 de octubre 58 años. ¡Cómo dice! ¡Estoy mintiendo! Bueno, momentito, acuérdense que un compatriota amigo que se llama Carlos Gardel en uno de los tangos decía que 20 años no es nada, entonces si él dijo que no es nada yo me saco los veinte años. Cumplí mis 78 años en esa querida Ypacaraí, y verdad que fui muy feliz, porque me encontré que uno está viviendo de acuerdo a los regalos que le hace Dios en la vida, y Él me permitió vivir alrededor de la música, alrededor de los poetas y en este caso alrededor del pueblo paraguayo.

—¿Volveremos algún día a tener músicos de la talla que usted ha mencionado al principio?

—Claro que sí. Los pueblos y en especial un pueblo que ha dado una música tan hermosa tiene entre sus millones de habitantes siempre compositores que expresan sus sentimientos, sus estados de ánimo a través de la música o la poesía. Lo que pasa es que de repente los intereses que hay en juego no dejan pasar a estos jóvenes que hacen las guaranias en 1993, pero tienen que acordarse de una cosa, que la vida es lucha constante, por lo tanto cuanto más obstáculos se le ponen en el camino de ese cantante o ese compositor que está cantando guaranias, ubicadas en esta época naturalmente, hay que seguir luchando, porque van a llegar por buen camino a buen término. No tiene sentido que no se apoye la música de cada país. No se puede creer, porque van a perdurar cien o doscientos años todas las músicas creadas por los grandes compositores paraguayos como por los grandes compositores argentinos, chilenos, uruguayos. Las buenas músicas, las buenas poesías van a perdurar en el tiempo, como siguen las grandes melodías, precisamente porque son melodías hechas sinceramente, a través del corazón, no con fines comerciales únicamente.

—Volviendo al ejemplo de la camisa de ahó-poí, diríamos que el no uso de esta camisa es un síntoma y el uso sería un símbolo.

—Me parece muy bien. Esto me va permitir insistir. Caminando por Asunción, por Ypacaraí, por Encarnación, por un montón de lugares donde tuve la suerte de transitar no vi a nadie, incluso en el lugar donde yo compré la docena de camisas de ahó-poí los vendedores tampoco la usaban. Pero entonces eso es, las banderas hay que defenderlas. Esto no quiere decir que uno esté pidiendo que sea un patriotero en el sentido despectivo del término, no; es que, con todo respeto, hay que ser patriota. Es un símbolo la camisa de ahó-poí; es un símbolo la guarania, mantengámoslo. Si vos no querés usar la camisa de ahó-poí todos los días como Ben Molar la usa, por lo menos usala dos o tres veces a la semana, no dejes de usarla. Es muy lindo defender lo nuestro, las flores nuestras, la tierra nuestra, la música nuestra y las formas de vida nuestra. Por ejemplo, Paraguay es uno de los países que yo adoro porque toda una vida fui recibido con los brazos abiertos, con un cariño rayano en lo máximo que puede entregar una comunidad a un hombre que viene de otras partes, y eso es muy valioso. Si los países mantienen ese tipo de personalidad que el Paraguay tiene, es una salvación muy grande para un estilo de vida.

Comentarios

Entradas populares