Estado de decepción

Hace unos días en el Paraguay se decretó el estado de excepción para algunos departamentos, en los que se hallan las Fuerzas Armadas y de seguridad empeñadas en atrapar a miembros de una supuesta guerrilla que ya ha dado sus primeros frutos: muertes, robo de armamentos, destrucción de un puesto militar, secuestros, amenazas y extorsiones. Y la aplicación de este estado de excepción hay un sector importante que lo apoya y otros que no, y los que se oponen recuerdan el permanente estado de excepción o de sitio que se vivía en la época stronista.
Pero hay otro estado que vive el país, y es el estado de decepción en que está la mayoría de los ciudadanos después de estos casi dos años de gobierno de don Fernando.
Para llegar a este estado de decepción generalizada el primer mandatario primero decepcionó a la institución Iglesia, a la que sigue perteneciendo sólo como laico; luego decepcionó con su escandaloso y nada santo pasado a mujeres, hijos, sobrinas y buena parte de feligreses que lo votaron; antes decepcionó a los de Patria Querida, que lo subieron al podio para dar sólo un simple discurso; seguidamente decepcionó a la mayoría del electorado liberal que lo apoyó y votó, pero no sé si decepcionó a sus pícaros dirigentes; y de los decepcionados colorados que lo votaron ni hablar, gran decepción gran; y lo peor es que éstos que ya venían decepcionados de mucho antes y una vez que se animan a votar en contra del centauro de Ibycuí miren lo que les pasa, así que lo más seguro es que estos decepcionados coloó vuelvan a sufragar en los próximos comicios por su centenario partido aunque sea Nica, Machi o Calé el candidato.
Decepcionó a los ganaderos y agricultores nucleados en  la ARP al no asistir a su fiesta anual porque tenía que andar en moto, donde éstos esperaban decirle a la cara lo que  pensaban, aunque igual se lo dijeron a través de los medios; decepcionó con sus anuncios no cumplidos a los indígenas, a los chicos de la calle, a los que esperaban un combate frontal a la corrupción, a los gobernadores que ya no quieren que vaya por sus departamentos; decepciona con su apoyo a Camilo y su “coquitogate”, al desubicado Spaini, al neodictador Chávez y al homofóbico Evo; decepciona con las reuniones políticas en los cuarteles y con sus viajes al exterior que hasta la fecha no han aportado nada positivo; decepciona con los mensajes de texto que envía para echar a ministros y secretarios; decepciona con su ropaje mao o clerical, vaya a saber qué disfraz es, si demonio o ángel; decepciona con su apoyo a la teología de la liberación, etc. etc.
Como ven, en el Paraguay se vive en un real estado de decepción que, de seguir por este decepcionante rumbo y como faltan aún 3 años, va irremediablemente camino al estado de desesperación.

2010


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