Roguemos porque Obama no sea un nuevo Chamberlain

Aclaración, este texto fue redactado antes de las elecciones que se realizaron el 12-6-09, donde el gobierno fue reelecto a pesar de las protestas de la oposición.

La agencia AFP nos informa desde Teherán sobre los próximos comicios. El candidato opositor con más chance es Mir Hosein Musavi, quien prometió mejorar las relaciones con el extranjero, pero es improbable que pueda modificar la política nuclear, pues el conjunto de las decisiones estratégicas son jurisdicción del guía supremo, el ayatollah Ali Jamenei. Hasta aquí el cable de AFP. Como se puede apreciar, gane quien gane el que manda en ese país es un religioso, un fanático como lo fue su predecesor el ayathollah Khomeini, quien al llegar al poder lo primero que hizo fue asesinar a miles de opositores, descabezar el ejército fusilando a cientos de oficiales a la vez que huyeron al exilio miles de iraníes (cualquier semejanza con Stalin o Hitler no es mera coincidencia), éste gobernó hasta su muerte, implantando a sangre y fuego el régimen teocrático-tiránico de los ayatollah. Después de destruir su ejército llevó al país a un baño de sangre al enfrentarse durante años en una guerra con su vecino Irak.
Los bárbaros antiguamente usaban armas primitivas, piedras, lanzas; con el tiempo fueron mejorando su equipamiento; con el uso de la pólvora y otros poderosos explosivos realizan atentados en mercados, shoppings, trenes y en cuanto lugar concurrido puedan colocar sus artefactos para matar y producir el mayor daño posible; hoy día la tecnología les brinda el avión, que lo pueden estrellar contra edificios y, a muy bajo costo, producir un descalabro económico mundial si él o los edificios que destruyen son claves para el mundo occidental (o como les gusta llamar a ellos: los perros cristianos y judíos).
Durante el transcurso de la Segunda Guerra Mundial hubo una carrera armamentista entre, por un lado, alemanes y japoneses, y por otro los aliados. Hoy pasaron más de 60 años de la guerra y conocemos perfectamente lo sucedido durante la contienda: los desvaríos de un mesiánico, el Holocausto, los cincuenta millones de muertos que costó al mundo la locura de Hitler, Mussolini e Hirohito, y el final de todos ellos. Alemania, Italia y Japón aprendieron la lección: basta de dictadores y fanáticos; hasta Rusia se ha democratizado. Pero lo del Japón es sorprendente: a partir de la conclusión del conflicto decidió no tener más ejército, salió del analfabetismo que abrumaba a su población y desarrolló su economía conquistando mercados a nivel mundial sin disparar un solo tiro y hoy día es una potencia económica; todo ello sin renegar de sus tradiciones.
La carrera armamentista durante la guerra, por suerte, la ganaron los aliados y la tecnología de punta de ésta fue la bomba atómica. El uso de la energía nuclear sale al ruedo, lamentablemente, con dos bombas, Hiroshima y Nagasaki; pero a pesar de lo trágico por lo menos sirvió para concluir una guerra y de acuerdo a los expertos militares se ahorraron vidas.
Pregunto: ¿qué habría pasado si hubiera sido al revés? O sea que el desarrollo de la bomba lo lograran antes los nazis, o los japoneses. Sin ninguna duda se la habrían arrojado a los aliados, como hicieron con las miles de bombas voladoras arrojadas sobre Inglaterra, y lo más probable es que Gran Bretaña, USA y todo aquel Estado que se opusiera a los mesiánicos, si no acaban por rendirse terminarían convertidos en páramos.
Hoy en día los bárbaros poseen la tecnología tan temida: la nuclear. También tenemos líderes, algunos muy cercanos, que son admiradores de aquellos que desataron la II Guerra Mundial: Chávez reivindica a Stalin y se abraza con Ahmadinejad (se pronuncia Amadineroyá) que niega el Holocausto y dice que el Estado de Israel tiene que desaparecer; el norcoreano está en consonancia con éstos, anda probando misiles de largo alcance y haciendo pruebas nucleares subterráneas; además hay un montón de acólitos menores como Ortega, Correa, Morales, que acompañan y aplauden a estos jinetes del apocalipsis.
Lo único que nos queda es recordar estos hechos y rezar para que la historia no se vuelva a repetir, también acordarse que hubo un personaje que se llamó Arthur Neville Chamberlain, primer ministro inglés de 1937 a 1940, quien creía que para salvaguardar la paz mundial debía contemporizar con Hitler, además accedió a la mayor parte de sus exigencias, dándole a su política exterior el nombre de Apaciguamiento (Appeasement); hasta llegó a dar un discurso en Londres, después de encontrarse con Hitler, anunciando la paz del siglo; bueno, éste pasó a la historia como modelo de lo que NO hay que hacer en política interior y exterior. Sería bueno detectar los nuevos Chamberlain, locales y foráneos. Roguemos porque Obama no sea un nuevo Chamberlain.
Pero lamentablemente tenemos que convivir con los bárbaros; de la misma manera que convivimos con ciertos molestos insectos que estuvieron, están y van a seguir con nosotros por siempre; al igual que estas especies, si no se pueden exterminar por lo menos hay que mantenerlas controladas y evitar que se conviertan en una plaga de proporciones bíblicas.

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