La derecha no existe y la izquierda es un gran fraude



Hace algunos años escribí sobre el origen de la izquierda y la derecha, que dio comienzo en Revolución Francesa pero su utilización o aplicación en forma política recién es del siglo XX; lo que connotan una y otra posición, términos que mucho dicen pero vacíos en el fondo. Recuerdo que también dije que ser o sentirse de izquierda como de derecha es una imbecilidad mental, pero es también una picardía política. ¿Por qué?

Primero, adhiero a lo que dijo Ortega y Gasset, “ser de izquierda es, como lo es ser de derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil; ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral”; es que optar por una u otra tendencia es cerrarse intelectualmente a una visión global de la realidad, a no escuchar ni aprender del otro, a negarse a reconocer los propios defectos y errores pero sí exacerbar los ajenos, una cretinada. Y segundo, es una picardía política porque la derecha como tal no existe, es solo un invento de la ideología marxista, leninista o gramsciana, que muy buenos resultados le da.

Es una realidad que los grupos que representan estas ideologías, con diferencias de ser más o menos radicales, se autoproclaman “de izquierda” y en este espectro abundan agrupaciones como Frente de Izquierda, Izquierda Socialista, Nueva Izquierda, etc. etc.; además de que sus integrantes proclaman a los cuatro vientos esta posición. Y la lógica maniquea de este accionar marxista indica que si hay una izquierda tiene que haber una derecha; resultando para esta gente, en su cerrado mundo ideológico y neuronal, que todo aquel que no comulga con sus ideas pase automáticamente a integrar la fila opuesta; una derecha que solo ellos ven, así de simple.

“Los otros” para ellos son, en general, la burguesía y, en particular, el fascismo; y este calificativo más duro es para los que retrucan sus planteamientos, que ni se molestan en leer o escuchar; porque en el espectro ideológico solo se manejan con frases o limitadas palabras clave, de manera que si uno, a alguno de sus integrantes, intenta sacar de su cerrado mundo de las cavernas y contarle que existe otro, o le demuestra su error conceptual, lo más probable es que a este le dé un ataque de nervios y se torne agresivo; esto le produciría un cortocircuito neuronal, parecido al de la epilepsia pero más violento. Ni hablar de cuando están en masa, los hemos visto en infinidad de videos atacar a la policía, destruir edificios públicos, arrojar piedras, con bombas molotov incendiar edificios, autos y de paso cañazo nunca viene mal saquear algunos negocios; porque a estos involucionarios no les importa que el dueño sea un pequeño comerciante y que termine arruinado, total “es un burgués”; para esta ideología, el otro, el que no comulga con sus ideas, ha dejado de pertenecer a la raza humana, así que su muerte o ruina además de resultarles intrascendente se les vuelve necesaria.

Así se puede entender el mecanismo mental-moral que tienen y que no les mueve un pelo el saber que su ideología produjo a lo largo del siglo XX más de cien millones de muertos, ellos viven su sueño revolucionario; así apoyan con su silencio lo de Nicaragua, lo de Venezuela, lo de Cuba, todo lo que pasa en el continente africano y los muertos por la corrupción. Pero por otro lado les gusta victimizarse, noten que es un buen negocio: defienden a sus agentes terroristas recurriendo a la Justicia donde reclaman decenas de millones de dólares como indemnización, como es el caso de los secuestradores y asesinos paraguayos que una corte internacional de derechos humanos les dio la “derecha” y dice que el Estado le tiene que pagar a estos unos sesenta y tres millones de dólares, porque fueron “torturados”; de la mujer asesinada y su familia no dicen nada.

Con esta doble moral es que el espectro de la izquierda se llevó miles de millones de dólares con los juicios por las llamadas víctimas de “terrorismo de Estado”, por desaparecidos (que luego una buena cantidad resultó aparecida), juicios pagados por todos y todas. Y es de destacar que el pago de este tipo de juicios se realiza exclusivamente en el mundo libero-capitalista. Pero lo que no se conoce, al menos nunca escuché, es que las personas que han vivido bajo dictaduras marxistas y sufrido torturas cuando no asesinatos, exilios y desapariciones, hayan cobrado ellos o sus parientes alguna vez una moneda. O es que los deudos de los balseros cubanos desaparecidos en el mar, o los asesinados por el Che, las víctimas de Ortega, de Chávez y Maduro, ¿algunas vez cobraron algo? Mejor lo dejamos ahí, porque no creo que haya dinero suficiente en este mundo para pagar a las víctimas del terrorismo de estado marxista o socialista.

Pero, ¿cómo todo esto es posible si está todo a la vista?, ¿cómo pueden pasar desapercibidos tantos millones de asesinatos y tanta injusticia?, ¿cómo puede suceder este engaño, este monumental fraude, permanecer tanto tiempo y se siga propagando, generación tras generación, esta nefasta ideología como si nada? Es simple, para ello están los grandes medios, para controlar lo que la gente lee y escucha todos los días; para dirigir la opinión pública; y esto no es tan difícil, porque la gran mayoría solo se queda con los títulos y no tiene un pensamiento crítico, su nivel de conocimientos está acorde con su razonamiento, limitado al día a día, a la lucha por sobrevivir, a pagar las cuentas, a conseguir trabajo; y sus distracciones suelen ser la novela, un programa de chismes, el deporte, una cerveza o café con los amigos, no tienen tiempo para leer e instruirse. La persona media cree estar informada al leer los títulos de pasada y escuchar las opiniones sobre tal o cual tema que dice su locutor preferido, que le sirve en bandeja un análisis político o económico como si fuera un caldo instantáneo; entonces ya está, ¡para qué pensar! Y es así que tenemos una población que puede rondar el 60-70% totalmente alienada, con pensamientos de otros, no propios, a las cuales es fácil crearles estereotipos.


Los medios liberales, o de “derecha”
La gente debería preguntarse sobre este particular accionar de los grandes medios, catalogados como liberales, independientes y de “derecha” por el mundo progre: ¿por qué razón los medios, grandes cadenas inclusive como CNN, frente a un Bolsonaro o Trump se manifiestan en forma corporativa en contra de estos candidatos y se dedican permanentemente a criticarlos, cuando no a burlarse, por cualquier nimiedad, provocándoles un desgaste diario, además de hacer circular noticias tendenciosas y escandalosas en torno a sus figuras? Noten que ni siquiera el mortal atentado que sufrió el brasileño mereció mayores comentarios en las noticias, ni un poco de preocupación por el estado de salud y menos si el atacante fue solitario o partícipe de un complot, o qué fue de su vida, no hubo un seguimiento de la noticia. A su vez, los mass media generan en la opinión pública alrededor de estos candidatos el peligro de la ultraderecha, el fascismo, el racismo, el gatillo fácil, la homofobia, etc., en una andanada de noticias diarias que casi se diría logra una histeria colectiva alrededor de los mismos; así no han faltado infinidad de marchas de protesta en USA luego del triunfo del republicano; otro tanto pasó en México hace algunos años cuando perdió el actual presidente que no reconocía el triunfo del adversario, y se espera algo similar en el Brasil, que supongo no suceden aún porque están en período de vacaciones, pero ya vendrán las consabidas marchitas en febrero o marzo, Carnaval incluido.

Pero por otro lado, cuando gana un socialista como AMLO, que se identifica con Maduro y puede llevar el país a un desastre similar al venezolano, a los medios no les causa tanto escozor. Es más, estos no buscan dañar la imagen de este señor, la protegen y pasa casi como desapercibido; aquí para ellos no existe ningún peligro de ultraizquierda. Cuando fueron las elecciones en Colombia, hace poco, la prensa dedicaba todo su espacio al candidato Petro, el socialista; el otro ni siquiera figuraba en las noticias, todo era el castrobolivariano, “Petro dijo esto, dijo lo otro…”, al final uno se entera que existía otro candidato llamado Duque en la última semana, cuando las encuestas le favorecían y además porque ganó, pero luego de su triunfo de vuelta al ostracismo. Hace poco hubo un escándalo mayúsculo con el perdedor Petro, donde se lo ve en un video que recibe una millonada de coima, y esto para los medios tampoco fue noticia; sin embargo, si una ministra o secretaria de Bolsonaro dice que los niños tienen que ir de celeste y las nenas de rosa, sí para ellos es un escándalo.

Es que los medios, que aparecen como liberales o “de derecha” según la progresía, son parte de la gran comedia universal, del gran juego del engaño político; porque aquí, con un poco de razonamiento, es fácil darse cuenta de qué lado están; porque a la luz de los hechos, de las noticias, de la manipulación de las mismas, el balance es totalmente desfavorable para los candidatos como Trump y Bolsonaro, a los que la gran prensa se encarga de satanizar diariamente. Imagínense por un instante que estos digan algo como: “la multiplicación de los penes”, “el cultivo de pollos”, “ellos roban como nosotros”, “la soja es un yuyo”, “la diabetes es una enfermedad de ricos” y otras barbaridades, ¿cómo creen que hubieran respondido los medios?, ¿igual que lo hicieron con los que han dicho estas estupideces, los referentes-líderes del socialismo latinoamericano, que pasaron casi desapercibidas si no fuera por las redes sociales, o los hubieran destrozado? La respuesta es evidente y está a la vista: los hubieran destrozado.

Yo creo que los medios responden a poderosas familias que se mueven en forma corporativa, casi como un “cartel”; entiendo que los multimedios son, extraoficialmente, detentados por multimillonarios que apoyan directamente a candidatos liberosocialistas como los Clinton, Obama, Carter, Piñera o Macri, a los que siempre brinda, al contrario de los mencionados en el párrafo anterior, un tratamiento delicado y les da un aureola de cuasisantidad (inclusive al finado tirano Fidel Castro la CNN jamás se refirió de él como “dictador”, como sí lo hacían con Stroessner, Pinochet o Videla); mientras que, indirectamente, brindan protección personal y no ridiculizan a los candidatos del socialismo como Lula, Dilma, Petro, AMLO o Bachelet. Esta protección se extiende a nivel internacional, porque el candidato de estos puede tener una pésima imagen dentro de su país, pero afuera pasa todo lo contrario; así ha pasado y pasa con Allende, con Alfonsín, con Carter, con Mujica, con Dilma, etc.

Recuerdo en mi juventud e infancia la radio y los diarios como únicos medios de información, luego vino la televisión, donde los noticieros duraban poco, algunos quince minutos, a lo sumo media hora, paulatinamente fueron extendiendo estos programas, hasta aparecer, hará tres décadas, señales dedicadas exclusivamente a transmitir noticias las 24 horas, y estos programas se hicieron populares; hoy pululan los canales puramente informativos, que repiten las noticias al mismo tiempo, con programas de opinión y de discusión en donde casi siempre son los mismos los invitados. Bien, esta andanada de news no es para que usted esté informado y saque sus conclusiones, esto es para que usted escuche lo que ellos quieren que escuche, que piense lo que ellos quieren que piense, ellos imponen el tema que se habla en la calle diariamente, hacen que viva con miedo y desconfianza por la inseguridad (esta no deja de ser una realidad, pero cuando matan a un chorro al primero que persiguen es al policía o la víctima del delincuente, el “gatillo fácil” es exclusivo para el policía jamás para el delincuente), le hacen sentir vivir en un país que no tiene arreglo, y sobre todo buscan que sea parte del juego de la grieta, que tome una posición, “de derecha o de izquierda”.

Y después nos hacen creer que hay “libertad de prensa”. Ya lo dijo Jean-François Revel en su obra “El conocimiento inútil”: “La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”, y ya sabe quienes controlan esta fuerza que las veinticuatro horas penetra en su hogar. Por suerte hay otra fuerza superior, la que nos brinda la Esperanza y hace posible la solidaridad, que sin ella este mundo hace tiempo habría desaparecido; es la Fe, basada en la Verdad, que aporta valores distintos a la comunidad, otra opción de vida radicalmente distinta, que muestra el Camino donde otra Vida es posible, totalmente distinta a la que nos proponen liberales y marxistas, ambos ateos y materialistas.

Por último van estas expresiones que entiendo trastocan los planes de liberales, marxistas y el cuarto poder que los ampara:

Cuando las personas son capaces de vivir según sus convicciones y hablar abiertamente de su fe, enseñando a los hijos lo que es correcto, nuestras familias prosperan, nuestras comunidades florecen y nuestra nación logra cualquier cosa. … Necesitamos fe en Dios para ser una gran Nación”. Donald Trump.

Soy una persona comprometida con los valores de la familia cristiana. … No soy el más capacitado, pero Dios capacita a los escogidos. … No podemos seguir coqueteando con el socialismo, con el comunismo, con el populismo o el extremismo de izquierda. … Dios encima de todo”. Jair Bolsonaro.


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