No es persecución política
Noviembre 2017
Vemos en estos días, con los sonados casos de corrupción en la
Argentina, que es una constante en la defensa de los acusados el siguiente
argumento, dicen: “Es una persecución política”.
Bien, he leído los otros días un escrito judicial que circula por las
redes y medios de una de las causas, donde a la expresidente le traban un
embargo por diez mil millones de pesos (unos 600 millones de dólares, pavada de
embargo), el rechazo de los jueces al alegato de la defensa de la inculpada es
tajante, estos responden puntualmente los cuestionamientos de la defensa, que
plantea la misma con argumentos políticos y técnicos, y hacen citas de otros
casos punto por punto.
Entre otros párrafos se lee en el documento que a la acusada se la
considera: “prima facie coautora penalmente responsable del delito de
asociación ilícita en concurso real con el de administración fraudulenta
agravada por haberse cometido en perjuicio de la administración pública”. Más
adelante el escrito firmado por dos jueces señala: “A nuestro juicio, los
AGRAVIOS FORMULADOS POR LA DEFENSA no han logrado conmover los fundamentos
brindados por el Tribunal a quo, ello de acuerdo al grado de certeza exigido
según el estadio procesal por el que transitan las presentes actuaciones. En
cuanto a la GRAVEDAD INSTITUCIONAL alegada por el impugnante, no demuestra que
en las particulares circunstancias del caso, exceda el mero interés de las
partes afectando a la comunidad, circunstancia que habilitaría la vía casatoria
como tribunal intermedio”. En cuanto a lo que reclaman de intromisión del Poder
Ejecutivo le responden, “…tampoco el impugnante demuestra la arbitrariedad que
alega”.
Y este es el quid de la cuestión, porque para la Justicia valen los
hechos, ya que los argumentos políticos no tienen nada que ver; los argumentos
políticos pueden funcionar en un poder Legislativo para rechazar un planteo o
no, pero no en los tribunales de la Justicia. En esta se debe demostrar con
hechos la inocencia de lo que se les acusa, también con hechos los acusadores
deben probar su acusación; por ejemplo si a fulano le acusan de un crimen,
tanto fiscal como abogado defensor deben demostrar con testigos o lo que sea
que es culpable o inocente; no valdrían argumentos abstractos e insustanciales,
con respuestas como que se trata de un complot político en su contra. Por
ejemplo, ante un Tribunal no vale decir “soy una abogada exitosa” para
justificar su enriquecimiento, tiene que demostrarlo, los juicios que ganó, los
montos que cobró, etc.
Entonces, de ahí que en estos casos de acusación de corrupción, donde el
crecimiento patrimonial en sumas multimillonarias de manera inexplicable de los
acusados, que no pueden justificar con los hechos, con facturas y recibos
reales, de ahí, entonces, que recurran al único camino que les queda para
defenderse, alegar que “es una persecución política”; así queda claro que lo
hacen porque no tienen otro argumento, no pueden demostrar su inocencia con
hechos, con documentos que avalen su extraordinario y veloz crecimiento
patrimonial.
Y de la misma manera que se defienden también acusan: SIN PRUEBAS. El
ejemplo más claro es el caso Maldonado. Este asunto es aún más escandaloso,
porque mientras su cuerpo es examinado por medio centenar de peritos forenses,
de parte, de contraparte, de cualquier parte, para que nadie dude del peritaje
y las causas de su fallecimiento; con los informes que los expertos están
brindando al público y a la Justicia, que dicen que murió ahogado, que no tiene
golpes, que más de sesenta días su cuerpo estuvo en el agua, etc.; con todos
estos datos reales, hechos fidedignos, que desmienten todo lo que se dijo
antes, se cae el asunto de la “desaparición forzada” y el supuesto secuestro
por la gendarmería; así y todo los grupos políticos que agitaron desde el
primer momento el tema y utilizaron políticamente el asunto, igual siguen
gritando sin nada que los avale “fue una desaparición forzada”, “fue la
gendarmería”, cuando toda la evidencia dice lo contrario; hasta algunos gritan
a voz en cuello "aparición con vida", esto último puede ser producto
de ver tantas películas de muertos vivos.
Esta negación de la realidad más evidente sería algo inexplicable desde
el punto de vista racional (y la Justicia es racional), pero no lo es desde el
punto de vista de la ideología que sustentan estos grupos extremadamente
corruptos y violentos, a los que como vemos no les interesa ni la verdad ni la
justicia, ni siquiera el pobre flaco que murió, ellos solo buscan resultados
que les sean favorables, sea como sea.
Además, con todos los antecedentes y hechos protagonizados
anteriormente, cuando estaban en el poder, por estos que hoy se rasgan las
vestiduras, el argumento de la “persecución política” suena a comedia grotesca,
que por supuesto no causa ninguna gracia. Señores, el relato populista solo es
apto para las tribunas, no sirve para los tribunales; donde funciona la
República esto es así, otra cosa es en el país imaginario de Madurocondo.
http://www.paraguaymipais.com.ar/opinion/no-persecucion-politica/
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