PROCLAMA DEL 17 DE FEBRERO DE 1936

PROCLAMA DEL EJERCITO LIBERTADOR

¡PARAGUAYOS!

¡PUEBLO ILUSTRE DE ANTEQUERA,
DE RODRIGUEZ DE FRANCIA Y DE LOS LOPEZ!

Vuestros Soldados en armas hemos asumido definitivamente en este día la guarda del honor del pabellón, del suelo intangible y de la vida misma de la Patria.
Os lo anunciamos.
Hemos escuchado el mandato imperativo de las gestas solemnes de nuestra historia.
Lo mismo que en el plebiscito armado de las milicias de Antequera, que nos dio el credo definitivo de la formación espiritual de la República; que en la cita de los Cuarteles del 14 de Mayo de 1811, que nos dio la soberanía internacional; que en los sufragios de esos mismos Cuarteles que afirmaron, en José Gaspar Rodríguez de Francia, el juramento colectivo de pervivir en el Río de la Plata como nación intangible e independiente a través de los siglos; que en las Juntas de las Milicias de Asunción de 1842, que engendraron con su espada la nacionalidad mejor gobernada del mundo bajo el idealismo colectivo de su intérprete fiel, don Carlos Antonio López; que en el Plebiscito de los Ejércitos de 1865, que se tradujo en la epopeya nacional de vencer o morir al lado de nuestro vocero irreductible Mariscal don Francisco Solano López, sosteniendo a la faz del planeta el principio de la no intervención como única norma del derecho internacional público americano, que ha de asegurar la convivencia de derecho a todas las naciones libres que integran la humanidad civilizada; lo mismo que en el nuevo plebiscito de vuestros Ejércitos, que acaba de consumarse durante tres años de campaña, a filo de espada, del uno al otro confín de nuestro Chaco inviolable, de barrer de él los detritus de hordas caídas sobre nuestras llanuras indefensas con el designio de arrebatarnos la heredad tricecular que nos amojonaron para siempre desde el Parapití nuestros progenitores Ñuflo de Chaves y sus Soldados en armas, mensajeros de nuestra gloriosa Villa de la Asunción; nosotros ahora venimos, a nuestra vez, a plebiscitar la protesta suprema de todo el pueblo de la República, de todos los hombres y mujeres amantes de su tierra, contra un régimen de bandidos de levita sobornados por el extranjero y de asesinos empedernidos que, a través de varias décadas de violento predominio, ha terminado por constituir el foco infeccioso de los mayores males internos y externos que jamás hayan atacado, con mayor peligro de muerte, la salud moral y material de la República.
Ya no existía patria, sino intereses de partido complotados permanentemente contra la suerte de la colectividad, como. única explicación de la larga hegemonía del grupo de políticos descastados que han arrojado al país al borde de su desaparición.
Toda la nación conoce el proceso de la dictadura descarada y de la industrialización de la política, que ha representado en el Gobierno del Paraguay, desde que se asentó sobre él, el grupo de paraguayos desnaturalizados que equipan la dirección del partido que ahora arroja del poder el brazo armado del pueblo.
No lo reanudamos en este momento, sino como concreción de algunos de sus desenlaces.
El Presidente Eusebio Ayala constituía el cuerpo del delito más acabado que ofrecía a la opinión sana de la República la avilantez sin límites de esa maffia adueñada de todos los resortes del poder.
En connivencia con los mandatarios y hombres dirigentes de 1913, firmó el Tratado Internacional del 5 de Abril de dicho año por el cual se estableció, con el sello de la República, la mentira de que Bolivia se encontraba en sus posesiones de 1907, a sabiendas de su falsedad.
Desde entonces Proclamó la indefensión armada del país como desideratum del llamado pacifismo paraguayo, mientras la invasión de Bolivia proseguía su avance sistemático hacia el río Paraguay.
El premio de esta doctrina derrotista no se hizo esperar. El negociador de aquel tratado infidente apareció investido del papel de máximo lugarteniente de intereses extranjeros que manifiestamente operaban detrás de la invasión boliviana. Se hizo capataz de empresas extranjeras y negrero del siglo XV, al servicio de ellas, para estrangular obreros paraguayos y mercar con las funciones de las más altas magistraturas, mediante pingües dividendos.
Gradualmente esa modalidad del negociador sobornado por el oro extranjero, prendió en todos los círculos dirigentes del régimen, y el derrotismo y la indefensión de la República, ya no fueron teorías del seráfico pacifista que firmó el Tratado Ayala-Mujía, sino el idearium mismo del partido de que era verbo encarnado.
Y vino la expiación de aquel crimen horrendo de complotación contra la seguridad exterior de la propia patria.
La guerra de las tribus se desató sobre nuestro pueblo, maniatado por los esfialtes ocultos en el sátrapa de Puerto Pinasco.
Por un sarcasmo de nuestro destino, era Presidente Generalísimo de los Ejércitos de la Nación que iban a dejar sus huesos en el vivac encendido del Chaco, nido ya de ametralladoras enemigas. Y he aquí que no pasó un día sin que el mandatario entendido con sus patrones extranjeros, no tratase de desbaratar por todos los expedientes a su alcance, las milagrosas victorias del Paraguay resucitado.
Omitamos los innumerables indicios del dolo, pero ahí está el gesto inequívoco de caín, el cuerpo del delito de la infidencia llevada al máximo grado de desparpajo: el ofrecimiento del armisticio a Bolivia, después de la victoria de Campo Vía, para evitar que fuera copado el resto del Ejército invasor.
Todo lo que hizo después hasta el irrisorio protocolo de Buenos Aires, no es sino la coronación del delito continuo de lesa patria, que arranca del Tratado de 5 de Abril de 1913 y termina con las últimas maquinaciones diplomáticas del nombrado presidente, quien pasará a la historia con la infamia de un traficante de la sangre y de la heredad de sus conciudadanos.
Si tal es la obra del jefe de la maffia, en lo internacional, qué decir de su impudencia en lo interior, que batió los records conocidos con su célebre veto de 1922 a la ley que convocaba a elecciones presidenciales, a objeto de permanecer en la primera magistratura, y con su tentativa de reelección en la misma, de que ha sido testigo la República en las últimas etapas de su presidencia.
¡Y es este espécimen de traidor nato a su país, el que logró sobornar con el oro al General paraguayo que le facilitó el armisticio de Campo Vía, para convertirlo en su guardaespalda a sueldo desde el Alto Comando del Ejército; y el que, por lógico desenlace de sus infidencias al Paraguay, se ha atrevido a valerse de este último para seducir a prisión y proscribir del suelo de la Patria, a nuestro único jefe auténtico, el Coronel don Rafael Franco, símbolo y espejo viviente de las más excelsas virtudes que palpitan en las filas de vuestro Ejército Libertador!
Como consecuencia de este atentado, el Presidente Ayala se ha echado en brazos de sus encubridores, los políticos asesinos del 23 de Octubre, responsables criminales y civiles de la masacre de estudiantes de aquella fecha; y proyectaba la destrucción del Ejército Libertador para reemplazarlo con una Guardia Cárcel mercenaria.
No mencionaremos el cuadro angustioso de la desesperación popular, que los vampiros del régimen, anidados en el círculo presidencial, agudizan, de día en día, para fomentar la servidumbre. El hambre golpea todos los hogares. ¡Han muerto en el Chaco 30.000 paraguayos; se han quemado millares de millones de pesos, y la posguerra se debate en una incertidumbre general sobre las soluciones más urgentes que reclaman esa catástrofe internacional traída sobre el país por el régimen, y todas sus consecuencias sobre el presente y el porvenir de la familia paraguaya!
Y se especula sobre el hambre, y el pueblo señala con su dedo a los criminales que quemaron cañaverales para encarecer el azúcar y juegan hasta al alza de precios de los alimentos, respaldados en su impunidad.
No hay un resquicio por donde respirar en la prensa, montada al servicio exclusivo de la maffia gobernarte. Se acabaron todas las garantías constitucionales; fuera de las claques del régimen, los paraguayos son parias, sin derecho de emitir sus ideas, ni de reunirse ni de gozar ninguno de los atributos de la ciudadanía.
Pero todo ello fuese aun soportable, de no acaecer como acaecen nuevos planes de cercenamiento de la soberanía territorial de la República y de frustramiento irremediable de todas las victorias de vuestros Ejércitos en la guerra del Chaco, a que se aprestaban el mandatario infiel y sus cómplices.
A eso no nos resignamos. Un solo día más de inacción, habría sido de nuestra parte una deserción del deber perentorio de asumir la soberanía originaria del pueblo paraguayo, a fin proveer vitales necesidades de su organización y seguridad comprometidas.
Y en este terreno, cumplimos en declarar, a la faz del mundo, que hacemos nuestro el principio de la mayor defensa nacional que registra la Europa contemporánea. “Ningún Estado tiene Juez superior a sí mismo y puede comprometer su porvenir por el bien de otro Estado”.
Decretamos, en consecuencia., que cesan en sus funciones el Presidente de la República doctor Eusebio Ayala y todo el personal de su administración en los tres Poderes del Estado.
¡Paraguayos!
Vuestros soldados en armas os juramos cumplir con nuestra misión: la Nación será restituida al nivel de su historia en el Río de la Plata, al libre dominio de su suelo y a la grandeza de su porvenir.

Asunción, Febrero 17 de 1936.

Teniente Coronel, Dn. F.W. SMITH
Teniente Coronel, Dn. CAMILO RECALDE


Capitán aviador, Dn. Francisco Montanaro, Mayor Dn. Isaías Báez Allende, Mayor Dn. José C. Britos, Mayor Dn. Juan Martincich, Mayor Dn. Leandro González, Mayor Dn. Francisco Andino, Capitán de Fragata Dn. Manuel T. Aponte, Capitán de Corbeta Dn. Néstor Martínez Fretes, Capitán Dn. Federico Varela, Capitán Dn. Federico Jara Troche, Capitán Dn. Alfredo Amarilla, Capitán Dn. Rafael Guerrero Padín, Capitán Dn. Alberto Gustale, Capitán Dn. Hermes R. Saguier, Capitán Dn. Julio R. Cartes, Mayor Rva. Dn. Fidel Ferreira, Teniente 1ro. Dn. César Mallorquín, Teniente 1ro. Dn. R. Bejarano, Capitán Dn. Agapito Céspedes, Capitán Dn. Efigenio Adorno, Capitán Dn. E. López Martínez, teniente Dn. Alfredo Brizuela, Teniente 1ro. Dn. Juan B. Sartorio C., Teniente 1ro. Julio R. Acosta, Teniente Dn. Demetrio Miño, Teniente 2do. Dn. J. Martínez Barrios, Subintendente 2do. Dn. Jorge Thompson Molinas, Capitán Dn. Aureliano Mendoza R., Capitán Dn. Lindolfo González, Teniente 1ro. Dn. Basilio Bogado, Teniente 2do. Dn. Cándido García, Teniente 2do. Dn. Carlos Aguilera Mazo, Subintendente mil. 2da. Víctor Bogado, Teniente 1ro. Rva. Dn. Vicente C. Semidei, Capitán Dn. Octavio Barrios Díaz, Teniente 2do. Dn. F. Jara Méndez, Teniente 1ro. Rva. Dn. Jorge Estigarribia, Teniente 2do. Dn. Alcibiades Varela, Teniente 2do. Dn. Carlos Díaz León, Teniente 1ro. Dn. A. R. Fuster, Teniente 2do. Dn. Luis Aquino, Teniente 1ro. Dn. Edrulfo A. Carballo, Teniente 2do. Dn. Carlos Morel, Maquinista de 2da. Dn. O. Rocholl, Capitán Rva. Dn. Rogelio Benítez, Capitán Dn. Elide Báez, Contador 2do. de Marina Dn. Luis Díaz de Bedoya, piloto aviador Dn. Orlando Salerno Netto, Teniente 2do. de Marina Dn. José Céspedes, Teniente 1ro. de Marina Dn. Lorenzo Díaz Benza, Capitán aviador Dn. Gregorio Morinigo, Teniente 1ro Dn. Juan J. Saccarello, Mayor Dn. Timoteo Aguirre, Teniente coronel Dn. Tranquilino Ortiz Cabral, Teniente 1ro. Dn. Ramiro A. Escobar, Teniente 1ro. Dn. A. Carrillo, Capitán Dn. Juan F. Garay, Teniente 1ro. de Marina Dn. Arnulfo Rojas, Teniente 1ro. de Rva. Dn. Oscar Valdovinos C., Teniente Dn. Manuel Ramos Giménez, Teniente 1ro. de Rva. Dn P. Da Rosa, Capitán aviador Dn. V. Vallejos, Maquinista corbeta Dn. Ramón Gill, Teniente 1ro. aviador Dn. J. Fernández, Teniente 1ro. de Marina Dn. J. Agüero Mora, Piloto aviador Dn. Abel Vera y Aragón, Teniente 2do. Dn. Dionisio Bareiro, Capitán de corbeta Dn. Porfirio Machuca, Teniente 2do. de Marina Dn. Raúl Gutiérrez, Sof. Principal Dn. José Luis Chilavert, Teniente 1ro. Dn. Américo Villagra, Capitán Dn. Fabián Saldívar Villagra, Teniente 1ro. Dn. Cesareo Riquelme, Teniente 1ro de Rva. Dn. Manuel Fernández, Teniente 2do. Dn. Zacarías Servian, Teniente 1ro. Dn. Manuel González R., Teniente 1ro. de Rva. Dn. R. Sotomayor, Capitán Dn. Pablo Giménez y Núñez, Capitán Dn. Eulalio A. Facceti, Capitán Dn. Julio C. Zarza, Teniente 1ro. de Marina Dn. J. Martínez Ramela, Teniente 1ro Dn. Alfredo Martínez Chaves, Teniente 1ro. Dn. Flaviano E. Yegros, Maquinista Corbeta Dn. José Tomás Fiandro, Guardiamarina Dn. Manuel Fleitas Domínguez, Contador 1ro. Dn. F.T. Ramírez, Contador 2do. de Marina Dn. Augusto Rojas González, Contador 1ro. Dn. Gregorio Núñez, Maquinista de 1ra. Dn. Ladislao Montiel, Teniente 1ro. de Marina Dn. Raúl Vera, Teniente 1ro. de Marina Dn. J. Muñoz Chaves, Teniente 1ro. de Marina Dn. Néstor Rodríguez, Teniente 2do. de Marina Dn. Felipe Quevedo, Capitán Dn. Milciades Larrosa, Teniente 2do. de Marina Dn. Hilario Gómez, Maquinista de 1ra. Dn. D. González, Piloto de 2da. Dn. S. Galeano, Teniente 1ro. de Marina Dn. Heraclio Rojas, Teniente 1ro. de Marina Dn. J.A. Sotomayor, Contador de 2da. Dn. Raúl Rolón, Capitán aviador Dn. Juan Doldán, Teniente aviador Dn. Luis Ugarriza, Teniente 2do. aviador Dn. H. Gómez Lezcano, Teniente 2do. aviador Dn. Homero Duarte, Teniente 2do. aviador Dn. Lucio Ayala, Teniente 1ro. aviador Dn. Héctor Vallejos, Teniente 1ro. observador Dn. Juan Amarilla Ortiz, Capitán Dn. Juan B. Montes, Teniente 2do. Rva. Dn. Roberto Argüello, Teniente 1ra. aviador Dn. Martínez B., Teniente 1ro. de Rva. Dn. L. Chilavert, Capitán Dn. Atilio Tellez, Teniente 1ro. Dn. Alfonso V. Campos, Capitán de Rva. Dn. R. Carreras, Teniente 2do. de Rva. Dn. Víctor Martínez, Teniente 2do. de Rva. Dn. J. Durmin, Teniente 2do. de Rva. Dn. D. Enciso B., Teniente 1ro. aviador Dn. Rogelio Etcheverry, Capitán Dn. J. Martínez, Teniente 2do. Dn. Reinaldo Sosa, Capitán Dn. Carlos Antonio Vittone, Teniente 1ro. de Rva. Dn. Pablo Ascurra, Teniente 2do. de Rva. Dn. González N., Armero 1ro. Dn. J. Crichigno, Armero 2do. Dn. J. Ruiz, Teniente 1ro. de Marina Dn. Narciso Echagüe Vera, Capitán Dn. Osvaldo Ortiz, Teniente 1ro. de Rva. Dn. Vicente C. Ramírez, Capitán Dn. Francisco Miranda D., Teniente 1ro. Dn. Iván Mazo Báez, Teniente 2do. Dn. G. Etcheverry, Teniente 1ro. Dn. Quintín Parini, Teniente 1ro. Dn. José Lombardo, Teniente 2do. Dn. F. Achinelli, Capitán Dn. Eustacio Rojas, Teniente 1ro. Dn. N. Jiménez, Capitán Dn. Alfredo Pla, Teniente 2do. C., Dn. J.I. Cristaldo, Teniente 1ro. Dn. Leandro Alderete, Teniente 1ro. Dn. Ramón Servián, Teniente 2do. sanidad Dn. Oscar Brizuela, Teniente 1ro. Dn. J. Garcete, Capitán Ginés Talavera, Teniente 2do. administración Dn. N. González, Teniente 2do. Dn. F. Barrios Acosta, Teniente 2do. Marina Dn. Sergio Recalde, Teniente 1ro. de Marina Dn. Stenio Valobra, Oficial administración 3ra. Dn. Carlos A. Laran, Capitán Dn. Enrique Paat, Teniente 1ro artillero Dn. A. Montanaro, Contador 2do. de Marina Dn. Francisco Rodas, Teniente 1ro. de Rva. Dn. M. Vidal, Teniente 1ro. Dn. Manuel Brítez, Teniente 2do. Caballería Dn. F. Lamas, Capitán Dn. José Rosa Aranda, Teniente 1ro. de Marina Dn. Lázaro Aranda, Capitán Dn. Cirilo A. Rivarola, Maquinista Dn. Pedro Fiore, Teniente 2do. de Rva. Dn. A. Martínez, Teniente 1ro. de Marina Dn. Morinigo Delgado, Teniente 1ro. de Marina Dn. Heriberto Osnaghi, Capitán Dn. Alberto Meyer, Teniente 2do. Dn. Atilio Gómez Zelada, Capitán Dn. Tomás Urdapilleta, Teniente 1ro. Dn. Alfredo Galeano, Teniente 1ro. Dn. Zenón Morinigo, Mayor Dn. Salvador García Soto, Mayor administración Dn. Juan Lisboa, Teniente 1ro. Dn. Pablo F. Silva, Teniente 1ro. Dn. A. Carrillo, Teniente 2do. Dn. Juan A. Mongelos, Teniente 1ro. Dn. Luis A. Baruja, Teniente 2do. de Rva. Dn. Enrique Molinas, Teniente 2do. de Rva. Dn. Pedro Bedoya, Teniente 1ro. de Cab. Dn. Claudio Luis Gutiérrez, Teniente 2do. de Marina Dn. P. Guanes, Teniente 1ro. Dn. Enrique Sánchez, Radiooperador Dn. Felipe Sienrra, Contador de 3ra. Dn. Rafael Laurino, Contador 2do. de Marina Dn. Luis Jara Caballero, Contador 1ro. Dn. Ramón Centurión, Teniente 1ro. de Marina Dn. Sindulfo Gill, Maquinista de 2da. Dn. Eduardo Vega Aramburu, Teniente 2do. de Marina Dn. Raúl Pereira Aguinaga, Radiooperador Dn. Pedro Arrúa, Suboficial mayor Dn. Felipe Parra, Guardiamarina Dn. Víctor Careaga, Suboficial mayor Dn. Antonio Giménez, Contador de 3ra. Dn. César Arce, Teniente 1ro. de Marina H.C. Dn. Eugenio D’Giers, Maquinista de 1ra. Dn. Juan R. Galeano, Teniente 1ro. de Marina Dn. Wenceslao Benítez, Capitán de corbeta Dn. Marcos A. González, Mayor Dn. Antonio E. González, Capitán Dn. Juan Antonio Jara, Capitán Dn. Marcos A. Caballero G., Capitán Dn. Oscar Mora, Capitán Dn. Enrique Velilla.

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