Chicos de la calle

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12-4-2016

Es un tema difícil, complicado y de no fácil resolución, pero si hay voluntad política entiendo que este asunto puede tener solución.
Primero, los menores no pueden mendigar ni vender cosas en la calle; con esta reglamentación las autoridades pueden intervenir, llevar a los chicos que piden limosna o venden a alguna repartición pública creada al efecto, donde podrán contar con las comodidades propias de un hogar: un lugar para higienizarse, médicos que los revisen, asistentes sociales que los orienten, un comedor, lugar de juegos y un dormitorio. Luego deberán ubicar a sus padres, que son los primeros responsables de las criaturas, y ver la condición en que están. Hacerles entender que ellos no pueden explotar a sus hijos, que deben educarlos, etc.; y si no tienen posibilidades o no entienden otra manera, directamente quitárselos y ver de encontrar hogares para ellos.
Dentro de la Iglesia Católica siempre hubo gente dispuesta a colaborar con la educación de la minoridad desprotegida, abandonada; pienso que es a ellos que pueden recurrir para entender la problemática y llevar adelante cualquier tarea. La obra del padre Aldo Trento en su parroquia San Rafael es un claro ejemplo de esto que digo, y la del famoso “Pa’i Puku”, el sacerdote belga Piet Jacobus Shawm, en el Chaco también es otro.
Por lo pronto, y de forma inmediata, pienso que los legisladores, ministros y altos miembros del Poder Judicial podrían muy bien tomar a su cargo la educación de uno o más chicos, como un padrinazgo, y ver de seguir su evolución; porque así como pueden darse el lujo de mantener una miss como secre, me parece que no les va a salir tan oneroso ayudar a una criatura, a la vez que estoy seguro de que se van a sentir mucho más reconfortados con esta obra que con una noche con la miss. Conozco un caso, de hace muchos años, en el que un legislador paraguayo por cuenta propia se hizo responsable por la educación de un chico de la calle, no estaría mal que su ejemplo cundiera.
Las leyes obligan a la gente, pero también al Estado; así tenemos una ley de obligatoriedad de la educación, si no me equivoco, hasta terminar el secundario; y esta ley está hecha justamente para la gente de menos recursos, para los padres que no pueden costearla, y es ahí donde hace falta la presencia del Estado, porque esta ley lo obliga a hacerlo, con todo lo que ello implica: alimentación, vestimenta y verificar su cumplimiento, como cualquier padre; ahora bien, si el Estado no lo hace, deslinda sus responsabilidades, mira para otro lado, “está en otra” y no piensa hacerse cargo, entonces deberían eliminar dicha ley de obligatoriedad, si no la piensan cumplir está al pedo.
Rafael Luis Franco

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