Reflexión sobre los 200 años de independencia del Paraguay

Charla ofrecida el 13 de marzo de 2011 en la institución Guarani'a, en Bs. As., con motivo del Bicentenario.
Primero, mi agradecimiento a la comisión de Guarani’a por esta invitación a participar de los festejos que llevan adelante por nuestro Bicentenario de la Independencia, y espero poder aportar a los presentes, en esta charla, algo, aunque no sé si nuevo por lo menos espero que les sea interesante en lo referente a nuestra historia.
Y este año 2011 nuestro país cumple su segundo centenario de vida independiente y por tal motivo se está llevando a cabo, a nivel global, los festejos correspondientes, porque no sólo en nuestro país se recuerda tan magna fecha, que tiene su punto culminante entre el 14 y 15 de mayo; también en donde habitan compatriotas, que se han organizado en instituciones como ésta, se llevan a cabo actos, como en España y los EE.UU., y supongo que también aquellos compatriotas que están medio solitarios, hoy día y gracias a la facilidad de comunicación que nos proporciona la internet pueden contemplar y participar a la distancia con sus mensajes.
Y primero quisiera destacar que esta es la primera vez que nuestro país puede festejar un Centenario en forma más o menos pacífica y ordenada. Porque nuestro primer Centenario, el de 1911, fue un año de conflictos en nuestra política, que empañaron cualquier intento de festejo.
Ese año había sido derrocado el presidente Manuel Gondra por el coronel Albino Jara, y en menos de dos meses estalló otra revolución que parecía iba culminar con la muerte de uno de los revolucionarios, pero no, en el mes de julio apresaron al Presidente y lo deportaron, en su reemplazo lo pusieron a don Liberato Rojas, que era de la línea del deportado, lo que hizo continuar con la inestabilidad política, que como vemos fue a todo lo largo de 1911. Esto sin dudas empañó y dio por tierra casi todos los festejos que se pretendía realizar.
Pero ese año se proyectó el “Album Gráfico de la República del Paraguay 1811-1911”, de Arsenio López Decoud, que pudo ser publicado recién al año siguiente, en 1912. Y también hay que destacar el famoso “Canto Secular”, de don Eloy Fariña Núñez, que fue escrito aquí, en la Argentina, de quien vale la pena recordarlo brevemente.
Don Eloy desde muy joven vino a la Argentina, y alguna vez quiso ser sacerdote y otra abogado, pero terminó siendo poeta, narrador, dramaturgo y periodista; trabajó en la Argentina en la función pública, y como todos saben para ello es requisito hacerse argentino, y esto le comunicaron a don Fariña Núñez cuando le ofrecieron la administración general de impuestos, a lo que él contestó: “Excelencia, yo tengo dos madres, una, pobre pero digna, a la que debo mi nacimiento, que es el Paraguay; y la otra, rica y generosa, la Argentina, donde me he formado y constituido mi hogar. Permítame que sea consecuente con ambas”. Y ante esta respuesta, su capacidad y honestidad, igualmente le ofrecieron el cargo prescindiendo de su nacionalidad. Don Eloy falleció en 1929, tenía apenas 44 años.
Volviendo atrás cien años, un par de años después de 1911 se pensó en festejar otro centenario, que fue el de recordar la declaración formal de nuestra independencia y de proclamarnos como república en el Congreso 1813, que también por conflictos políticos no pudo llevarse a buen término, y la prensa de la época decía lo siguiente: “Ni el primer grito de libertad lanzado la noche del 14 al 15 de mayo de 1811, ni la airosa y terminante declaración del Congreso del año 13, pudieron ser festejados en su centenario con todo el brillo, que merecen tan gloriosas efemérides y que todo buen paraguayo ha de desear de corazon; primero agotado nuestro país en las angustias de una guerra civil, y más tarde empeñado con noble esfuerzo en reponerse de las dolorosas pérdidas”.
Y décadas después, en 1937, nuestro país debía festejar el cuarto centenario de la fundación de Asunción, y justo, cuando iba a llegar el día más importante, el 15 de agosto, dos días antes se encuentra con un nuevo golpe de estado y nuevas persecuciones políticas, presos, torturados, con toque de queda, etc. etc. Así que lo que pudo haberse llevado adelante aquel año quedó totalmente opacado por este hecho, y barrido de la historia todo lo demás, pero quedó como algo simbólico la fundación de un Club, el Centenario, que ese año un grupo de personas decidió crear.
Como ven este Bicentenario parece ser, por lo menos hasta ahora, el más tranquilo de todos y con gran entusiasmo, tanto de los que habitan nuestro país como de los que estamos fuera de él.
Y como dice el título que me han propuesto para esta charla, “Reflexiones sobre el Bicentenario”, no quisiera caer tanto en datos históricos, por todos generalmente conocidos, más bien en reflexionar sobre la historia de un país que contra viento y marea se sostiene de manera independiente desde hace ya 200 años.
Y es así que hace 200 años, una noche de mayo, un grupo de vecinos, los más respetados, como eran el Dr. José Gaspar Rodríguez de Francia y don Valeriano Zeballos, el primero de 45 años y el otro de 70, se presentan ante el gobernador Velazco a pedirle la renuncia y comunicarles que a partir de ese momento ellos serían los dueños del destino de la hasta entonces Gobernación del Paraguay, apoyados éstos por líderes militares de prestigio que se habían destacado tanto en los campos de Tacuary como en la plaza de Montevideo repeliendo a los ingleses en 1806 y 1807.
Y así fue que hubo un primer gobierno compartido con el gobernador español, que duró apenas algunas semanas, hasta que éste se retiró y pasó a ser un ciudadano más.
Así nació nuestra República, en forma tranquila, no hubo un solo tiro, y así se mantuvo por muchos años, con paz y prosperidad. Lógicamente en los primeros años había opiniones encontradas de cómo debía organizarse nuestra nación, pero más allá de cualquier opinión en contrario la joven república halló en el Dr. Francia, a un hombre en el que se conjuraron raras virtudes, como ser su preparación intelectual, la capacidad de conducción y una honestidad a toda prueba, y es así que en dos ocasiones fue electo, por mayoría popular, para conducir su destino; el mandato popular le fue otorgado la primera vez en forma temporaria y la segunda a perpetuida. Y él fue sin dudas el primer arquitecto que dio forma a la República del Paraguay, el hombre que formó sus primeras instituciones y que a su vez fue un ejemplo de conducta a seguir por los futuros gobernantes; o sea el Dr. Francia fue Nuestro Padre de la Patria, como es el proyecto por el cual se pide que a éste se lo nombre por ley, y que ya ha sido presentado en la Cámara de Diputados.
Y nuestro país transcurrió dicen que aislado por aquellos años, pero si esto ocurrió no fue por decisión propia, sino por las continuas luchas fratricidas que asolaban a sus vecinos.
A la muerte del Dr. Francia, en 1840, no inmediatamente, llega don Carlos Antonio López al gobierno y encuentra una república ordenada, un erario sano y un mundo al que rápidamente la Revolución Industrial iba transformando; tal cual sucede ahora con la tecnología y las comunicaciones; un mundo en el que aparecían nuevas formas de transporte gracias al descubrimiento del uso del vapor, ya los barcos iban dejando de ser impulsados a vela; algo que ocurrió durante siglos, milenios, en un instante desaparecía, ahora grandes ruedas movidas a vapor eran las que los impulsaban, y también había aparecido en escena el ferrocarril y el telégrafo, lo más moderno en sistemas de comunicación, las distancias se acortaban, lo que antes se tardaba meses en recorrer ahora podía hacerse en pocos días.
Y es así que, gracias a la riqueza acumulada en las primeras décadas de gobierno patrio, fue posible contratar la construcción del primer ferrocarril sudamericano junto con el telégrafo, a la vez que se enviaron a numerosos jóvenes a estudiar a Europa y se contrataron técnicos para trabajar en el Paraguay. También se impulsó la siderurgia, los diversos cultivos y el comercio.
Fíjense qué bien estaba en esos años nuestro país que desde Rusia le solicitaron un préstamo, a lo que nuestro gobierno se negó por no tener la garantía suficiente de su devolución; y cómo contrasta esto con nuestra realidad actual, que vivimos mendigando créditos para cualquier pequeña obra.
Así transcurrió nuestro crecimiento o desarrollo, que como todos sabemos se interrumpió con la guerra de la Triple Alianza.
El 1ro. de marzo de 1870 se puede decir que es la fecha de la partida de defunción, no de la República, sino de un proyecto de país independiente y claramente progresista; de un país que era modelo de libertad y progreso. De un país en el que no habían esclavos; por el contrario, los esclavos de los países vecinos venían a refugiarse en el nuestro porque querían ser libres; y vaya paradoja, porque fue con esclavos que nos atacaron, no con hombres libres, y tanto eran esclavos los que peleaban en el frente como los que los conducían; esclavos de un capitalismo salvaje, de ese capitalismo que no tiene patria, que sólo tiene intereses y codicia sin medidas ni escrúpulos el bien ajeno, de ese capitalismo que tiene a la vida humana sólo como un objeto más, y menos que eso tal vez.
Después vinieron los neoconquistadores, y gobiernos títeres, y revoluciones, y atraso, y miseria, y corrupción. Salvo en períodos excepcionales, pocos años, a lo largo de éstos ya más de 140 años que transcurrieron de aquella fecha fatídica, hubo atisbos o intentos de ser un país realmente independiente. En estos casos hay que destacar la recuperación de nuestro Chaco, con el laudo Hayes primero y luego con las armas de un pueblo, que en un comienzo eran más machetes que rifles, que se puso nuevamente en pie para defender lo suyo; y otra vez, contra viento y marea, contra todos los pronósticos de derrota, nuestro pueblo supo defender su heredad y la tierra chaqueña quedó en poder de quien detentaba los títulos.
Y poco después de finalizada la guerra, esta masa de campesinos convertidos ahora en soldados, oficiales, ex combatientes, toma el poder y durante 18 meses el Paraguay vuelve a crecer, nuestra histórica migración se detiene y se revierte, ahora es el Paraguay el que recibe a los inmigrantes, en masa. Así la primera colonia japonesa es fundada en 1936, La Colmena, y luego otras, y miles de compatriotas retornaron a trabajar en su tierra; porque había trabajo y nuevas leyes que lo protegían. Así el obrero fue dignificado, el campesino volvió a ser dueño de su tierra, se reivindicaron la memoria del Dr. Francia y de los López, se terminó de construir un antinguo edificio que originalmente estaba proyectado, antes de que ocurrieran dos guerras, a ser el Oratorio de la Virgen, y terminó siendo nuestro Panteón de los Héroes, que cada vez tiene menos héroes y más políticos. Fue aquel un gobierno que pretendió reatar el hilo de la historia truncado en 1870.
Pero si bien aquel gobierno fue derrocado, yo pienso que no fracasó. Habría fracasado si se hubiera convertido en una dictadura, o adoptado ideologías foráneas, que sin duda lo hubieran sostenido; pero todos sabemos lo que es una dictadura. No hace mucho nuestro país dejó de tener una, porque así como una noche de mayo comenzó el cambio y a la mañana éramos una nación independiente, también una noche de febrero hizo lo propio para que amanezcamos sin dictadura y volviéramos a ser soberanos.
Y así transcurrió nuestro segundo siglo de vida como República, con muchas revoluciones, dictaduras que duraron casi medio siglo, y gobiernos seudodemocráticos; pero este tercer bicentenario que comienza ahora, este año, en apenas un par de meses, nos encuentra en democracia, con muchas cosas para hacer sin duda, con muchos problemas y con un mundo que hoy está en el posmoderno, un mundo que está interconectado al instante, un mundo lleno de oportunidades, pero para el que hay que estar preparado, para el que si uno quiere ser parte de él hay que estudiar sí o sí.
Nuestra verdadera riqueza hoy día, y desde hace tiempo, no está ya en nuestros recursos naturales, está en nuestro conocimiento, en ver la mejor manera de aprovechar esos recursos, o la falta de ellos, y en protegerlos, ya que son los que posibilitan nuestra vida y no son eternos.
Hoy está de moda el uso de las cosas descartables, pero si hay algo que no es descartable es, sin dudas, nuestro planeta, nuestro hábitat; por eso urge tomar conciencia de que debemos proteger nuestro medio y limpiarlo de toda posible contaminación y terminar con el uso indiscriminado de los bienes no renovables, como es el caso del petróleo.
Y permítaseme esta opinión: no es posible que aún, con toda la tecnología disponible, se siga usando este combustible fósil como hace más de cien años y siga siendo el principal combustible para el transporte y factor de desarrollo; que por el contrario lo único que está produciendo son guerras y atraso al querer seguir sustentándolo como la principal fuente de energía que necesita la humanidad.
No sabemos qué nos va a deparar este siglo, sí sabemos que los procesos democráticos son irreversibles; y también tenemos claro que en este siglo no hay cabida para gobiernos autoritarios y menos totalitarios. Si bien hay remanentes de viejas dictaduras, como estamos viendo en las crónicas diarias, éstas van cayendo al clamor de sus pueblos, que simplemente se conectan y unen con un teléfono celular, ya sea vía mensaje de texto o correo electrónico.
Ojalá que este siglo sea el siglo de la reivindicación del hombre, sea un nuevo siglo de las luces, pero no un siglo que niegue las creencias de cada uno, sean políticas o religiosas, sino uno que respete las creencias de cada uno; que sea un siglo de las luces que no busque imponer la razón por la fuerza, porque la razón si es verdadera, si es auténtica, no necesita de ninguna fuerza para ser impuesta.
Y en nuestro país es de desear, que así también, contra viento y marea, como ha mantenido su idioma nativo o lengua madre, el guaraní, caso único en América, siga manteniendo sus valores culturales, su idiosincracia, su folklore; sin dejar por ello de aprender todo lo que el mundo nuevo nos ofrece y que podamos insertarnos en él como en aquellos años del siglo XIX, que lo hicimos y fuimos un modelo de país progresista o de revolución pacífica a seguir.

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