Los cantos de sirena llevan al naufragio


Don Lugo en estos días acaba de cumplir un año en el gobierno, con una muy mala imagen según las encuestas; por otro lado, el Presidente se negó a firmar un acuerdo o pacto democrático propuesto por el Legislativo, al que accedieron a firmarlo la mayoría de los partidos.
Los puntos que estaban en cuestión son el 2do. y el 3ro., que expresan respectivamente: “Reafirmamos la adhesión sin alteraciones solapadas al sistema de gobierno basado en la democracia representativa, participativa y pluralista en la que el pueblo ejerce el poder por medio del sufragio”; y el otro: “Rechazamos cualquier iniciativa que pretenda menoscabar el sistema democrático o que tras una fachada democrática pretenda instalar un modelo de tinte totalitario”.
Como podemos leer ambos párrafos se ajustan a la Constitución, razón por la que no hay inconveniente en estampar la firma por cualquiera que se precie de demócrata, pero parece que nuestro Presidente tiene una particular visión de la democracia, por tanto se negó a firmarlo.
De acuerdo a los medios, Lugo expresó lo siguiente: aludió su clara intención de impulsar una consulta popular, manifestando que “el pueblo es quien ejerce la soberanía”. Asimismo señaló que la iniciativa del Parlamento no condice con el “concepto democrático”. “No voy a firmar hasta que el documento sea cambiado”, dijo. Bien, es evidente que los puntos 2 y 3 dificultan las consultas populares como medio de gobierno; y si Lugo hubiera firmado trastrocaría los planes bolivarianos o neosocialistas.
En otra oportunidad, hace unos años, he escrito sobre izquierdas, socialismos, fascismos, etc., expresando que éstas líneas ideológicas no tienen vocación democrática.
Pero, ¿qué es vocación? La palabra vocación, según el DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), define en primer lugar a una inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión; y familiarmente se entiende por un llamado o inclinación de la persona a cualquier estado profesión o carrera. Lo esencial, en ambos casos, es que la palabra vocación debe entenderse como un llamado interior al que uno no puede sustraerse, que va a determinar, en gran medida, nuestro destino o fin último. Y como vemos a simple vista, nuestro Presidente parece que aún no ha encontrado su vocación.
Primero la pifió grande cuando creyó tener la vocación sacerdotal e ingresó a las filas de la jerarquía; seguramente a los pocos años de pertenecer a las órdenes de la Iglesia se habrá dado cuenta de su error, pero persistió en éste durante más de tres décadas ocultando una doble vida que al hacerse pública salpicó y ensució, primero a la institución que lo acogió y por ende a las personas que la integran, que son miles, y también a sus parientes a los que acaba de calificar como “los peores”.
Ahora creyó encontrar su “vocación” en la política, pero parece que eligió mal el grupo al que adhiere; ya que está visto que la democracia para los socialistas-comunistas-fascistas termina no bien ganada la elección. O sea que respetan las reglas del juego hasta conseguir el poder, para una vez en él cambiar las mismas a su antojo, manejarse a través de manifestaciones amañadas desde el gobierno, liquidar las instituciones y, lo primero, arrasar con el erario; sosteniéndose ante la opinión pública los primeros tiempos con grandes anuncios, hasta que ésta se da cuenta del engaño, que generalmene es tarde. Por tanto podemos decir que hasta ahora el camarada Lugo no encontró su vocación, o tal vez él cree haberlas encontrado y no lo entendieron.
Nuestro país padeció más de tres décadas una dictadura que de la noche al día desapareció y pasamos a una democracia al estilo Paraguay (con mucho de “a lo Luque” y pinceladas “guaí”), que a pesar de sus deficiencias siguió adelante y ya lleva poco más de 20 años de continuidad; durante la cual se sucedieron seis presidentes, contando al actual; nada mal. Los que cambiaron poco son los legisladores, pero seamos optimistas, no hay Calé que dure cien años.
Después de estos sucesos, las encuestas y el pacto…, un medio escribió un editorial que tituló “El principio del fin”, refiriéndose al gobierno; y demás está decir que hay gente más que apurada porque este gobierno llegue a su fin antes de su debido tiempo (según las encuestas el 75%). Y como reflexión sobre ese apresuramiento por ese fin desarrollé lo siguiente.
En todo lo que nace también comienza su fin, todo lo que nace indefectiblemente tiene que morir, así cuando una criatura da su primer vagido nos anuncia que un día morirá; lo mismo el verano, apenas llega comienza a irse, los días se acortan y las noches se alargan, hasta que llega el invierno y sucede lo contrario; todo tiene fecha de vencimiento.
Un gobierno democrático, nuestra Constitución, marca un período de gobierno de 5 años, y aunque parezca imposible aguantar otros 4 años más de un personaje que en vez de ganar popularidad o mantenerla en el primer año la ha perdido tan abismalmente, como lo demuestran las encuestas de varios medios; una declinación que de seguir por la senda bolivariana es irreversible (¡superó a Nicanor en su imagen del primer año!, que no es poca cosa); pero aunque don Lugo sea un mentiroso consuetudinario; aunque sea un provocador como el barinense; aunque pretenda llevar de las narices a todo un pueblo a un socialismo trasnochado; aunque pretenda desequilibrar las instituciones y muchas otras cosas más, se debe aguantar, sí o sí, los cuatro años restantes.
Lugo tiene que terminar su mandato como marca la ley, y su partido y sus adláteres deben ser defenestrados por los votos y no por las “botas”, como sucedió en Honduras. Las instituciones civiles, el poder Legislativo y Judicial, que a pesar del desprestigio de ambos poderes funcionan, son las fuerzas que dentro del marco constitucional deben aprender a luchar contra esta ideología totalitaria disfrazada de democrática. Lo contrario, los golpes como el sucedido en Honduras, no hacen crecer a un país; es un engaño más que, en definitiva, favorece a un sistema o ideología totalitaria, que de victimaria pasa a ser víctima.
No hay que dejarse llevar por los cantos de sirenas, hay que hacer como Ulises que le puso cera en las orejas de sus marineros para que éstos hagan “oídos sordos” y él se ató al mástil de su barco; asimismo debemos hacer “oídos sordos” a los fanáticos que empujan con sus escritos y declaraciones a terminar cuanto antes con este gobierno, y las instituciones deben atarse al mástil de la Constitución, única forma de que no zozobre esta democracia, que a pesar de todas sus falencias camina. O sea que con muletas o silla de ruedas Lugo debe terminar su mandato, salvo renuncia anticipada, por propia voluntad, de éste.
No sería de extrañar que, sabedores de su declinación irreversible, comience este gobierno a tomar decisiones absurdas, cada vez más provocadoras, de manera de generar presión y así forzar una solución tipo Honduras; y es en esta tentación en la que no se debe caer. La izquierda es experta en manipulación de la opinión pública, ya que no lo hace sólo desde su tribuna, también usa a una derecha que históricamente ha jugado como “opositora” y líder de la democracia, siendo en realidad su socia en las sombras. Para esta izquierda que hoy gobierna sería un triunfo que Lugo fuera derrocado fuera de las urnas y un desastre lo contrario.

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