Zelaya y Honduras, Lugo y Paraguay


Hay una foto de Zelaya que circula por internet, de su juventud, donde luce como vestimenta superior una cartuchera con una pistola en bandolera, en su mano derecha una ametralladora automática, en el cinto porta los cargadores correspondientes y entre el pantalón y la barriga tiene metida otra automática que le apunta directamente a los huevos; despeinado y muy sonriente, parece una suerte de Rambo terrorista.


Los grupos de izquierda radicales, son desestabilizadores desde el llano y en el poder manejan las leyes a su antojo. Es que a estos fanáticos no les interesa otra cosa que el poder y una vez en él despachan a todo el que no está con ellos, de manera de gobernar a su antojo, tener el control total del Estado y sin límite de tiempo; lo ha hecho Castro e infinidad de dictadores; lo intentan Chávez, Evo, Correa, Ortega y nuestro reverendo va en ese camino.
Y cuando son corridos, como el hondureño Mel, hacen todo lo posible para que el caos se adueñe del país, con apoyo de la internacional, por supuesto. No les importa la gente, los trabajadores, los niños, el pueblo del que tanto se llenan la boca; son delincuentes con status político, o sea la cleptocracia.

Donde reinan estas dictaduras el común denominador es la inseguridad, la miseria, el hambre, las dificultades para conseguir documentos, el agiotismo, la persecución política, el apoderamiento de parte del gobierno de empresas privadas, las ordas piqueteras, los escraches a opositores, los presos políticos, la destrucción de las instituciones, la persecución a la Iglesia, a los agricultores y ganaderos a los que no se cansan de llamar oligarquía y fascista a todo aquel que les critica.

Para lograr esto instalan en las distintas reparticiones gente sin idoneidad y con poca o ninguna moral, pero manejable. Es la misma técnica de control del Estado que usaron los nazis fuera y dentro del poder, y antes lo hicieron los bolcheviques.

En nuestro país se pretende llevar adelante un juicio político similar al de Honduras y me parece que es lo que esta izquierda está esperando, ya que la figura de Lugo está tan desgastada que no resiste una nueva elección; entonces apuestan al juicio a pesar de que gritan lo contrario. Noten que los políticos que están proponiendo esta alternativa son justamente los que posibilitaron la llegada de don Lugo al poder, más algunos del partido Colorado, como el de la voz cavernosa, que son los responsables directos del atraso y corrupción en que vive sumergido nuestro país. De llegar al juicio político y que nuestro país viva una situación posterior similar a la hondureña, sería más que evidente la complicidad de la oposición con aquellos que dicen combatir.

Por otro lado, ya pasó poco más de un año de este gobierno y si no se aguanta porque hacen muchas macanas, para forzar el juicio, lo que correspondería a mi modesto entender sería el adelanto de las elecciones sin que se lo defenestre, de manera que a Lugo y su corte lo echen los votos y no las botas. Lo contrario, el juicio político, lo haría aparecer como una víctima ante el mundo y no como el irresponsable y mal gobernante que es. Quizás otra opción pueda ser solicitarle la renuncia, ya que su escandalosa vida privada le ha quitado total credibilidad y así es muy difícil tomar en serio a un gobierno.

Y si hay que sanear el Ejecutivo también hay que hacer lo mismo con el Legislativo; que se terminen las listas sábana y la eterna reelección de los legisladores; porque en todo caso, y a pesar de que no me gusta, el Presidente fue elegido democráticamente, por la mayoría, entre los candidatos postulados; pero a nuestros diputados y senadores, ¿quién los eligió, y los reeligió y re-reeligieron? Y si no se sanea el poder Legislativo con representantes, bien o mal, pero elegidos en listas abiertas nuestra democracia estará siempre pendiente de un mesías o brujo, y de ahí a una dictadura, como vemos, hay sólo un paso.

El pueblo, antes que preocuparse por la reelección presidencial debería preocuparse más la legitimidad de elección de sus legisladores, ya que en una democracia éstos son sus representantes directos. Sanear el Parlamento debe ser la prioridad si se quiere si se quiere que el país prospere, que disminuyan la corrupción y la inseguridad. De ellos dependen que salgan las leyes que verdaderamente importan y se apliquen, de ellos dependen el nombramiento de jueces. Si tenemos un Legislativo más sano, también tendremos un Judicial más justo. Y sobre todo será un freno creíble y con altura moral para cualquier intento fascista de apoderarse del Estado.

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