Una residenta del siglo XXI

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La noticia daba cuenta de una mujer, Cristina Vera, que dio a luz en un colectivo. Pero había más sorpresas, ella tiene 46 años de edad y este es su hijo número 20. Vive en Guarambaré o Ypané, y vende dulces junto a su familia en el Mercado 4; una mujer trabajadora, una familia trabajadora. Salió a la luz por las circunstancias públicas de su alumbramiento, que si no este hijo hubiera venido al mundo como los anteriores diecinueve, en silencio.

Lo que me llamó la atención es la crítica despiadada que hicieron algunos hacia la madre; que sin conocer su historia la destrataron solo por la cantidad de hijos que tiene y su pobreza, su supuesta “irresponsabilidad”, qué va a ser de esos chicos, que debían castrar al marido y a ella, etc.; y sobre todo condenan el subsidio estatal que al conocerse los hechos y su condición se apresuraron en darle, vía Tekoporã.

Pobre, la primera vez que recibe algo, una ayuda que no es mucho, que seguramente no va a cubrir todas sus necesidades, pero que para ella sí es algo valioso, y aparecen a atacarla una caterva de “fiscales populares”, que por lo visto no piensan antes de hablar o escribir. Estas manifestaciones me parecieron y parecen más que lamentables, faltas de humanidad, monstruosas e hipócritas, y sobre todo carecen de un mínimo de razonamiento.

Les recuerdo a los censores de familias numerosas, pobres, que no hace mucho en el Paraguay era común que una familia tuviera diez, doce y más hijos, y no eran precisamente gente rica; pero ahora, con la modernidad, como hay que preocuparse más por uno mismo y el futuro, están primero la carrera, la casa, el auto, el estatus, el club, etc., y entre estos de buen nivel si tenés dos ya está bien y muchos ni siquiera uno quieren; pero claro, ¡cómo si los de clase alta apenas pueden con dos, ellos, los pobres, van a tener 5, 6... 20!

Y sí, estos de mentalidad moderna ven mal las familias numerosas, creen que ellos son los causantes de la pobreza, de su pobreza.

Imaginemos que se hizo costumbre cultivar hermosísimos árboles que dan poco y nada de frutos; y por otro lado perseguir y derribar a los que proliferan naturalmente sin ningún cuidado, pero que sí dan frutos en abundancia; el resultado sería que en poco tiempo estos árboles irían desapareciendo, primero los salvajes y luego los bien cuidados. Un contrasentido, ¿no? Pero de esta forma hace tiempo que se está comportando la raza humana, y sus resultados ya se ven reflejados en el decrecimiento poblacional. Y el más grande contrasentido es que a pesar de este problema hay sectores que igual buscan legalizar e imponer el aborto por todos los medios.

A esta señora, que tiene el espíritu de las antiguas residentas, y a su familia antes que criticar hay que felicitar y también al Gobierno por la rápida ayuda.







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