LA CUESTIÓN SALOMÓNICA
Al histórico Rey Salomón, cuando le llegan las dos mujeres que reclamaban la criatura como propias, y ante la imposibilidad en aquellos tiempos de realizar un adn, tuvo la genial idea, una inspiración propia de mentes brillantes, de ordenar que partieran a la criatura en dos y darles a cada una de las madres una parte; entonces, ante esta brutal orden, ¿qué pasó? Nos cuenta la historia, que una de las mujeres que reclamaba ardorosamente la maternidad dijo: sí, que la partan; mientras que la otra, dijo: no, que no lo hagan, que le den la criatura a esa mujer, la que pedía que la maten, renunciando así a su reclamo.
Y el brillante ardid de Salomón le dio resultado, así supo cuál de las dos era la verdadera madre, la que tenía sentimientos, amor por la criatura y la protegió; procediendo luego a entregar la criatura a esta mujer.
Como ven, en una cuestión “salomónica” no hay nada de quedar bien con ambas partes, todo lo contrario; fue aquella una cuestión profunda, la de buscar la verdad y hacer justicia.
Así es que, cuando aquellos tibios que siempre están buscando las medias verdades, que buscan contentar a unos y otros, que no se juegan en cuestiones de fondo, los “pragmáticos” o políticamente correctos, y argumenten soluciones “salomónicas” en la cuestión que sea, que se comprenda que aquel Rey Salomón no buscaba nada de esto, sino todo lo contrario: este buscaba desentrañar la verdad, descubrir cuál de las dos mujeres mentía, y que a través de ella, la verdad, se haga justicia, esta es la verdadera “solución salomónica”.
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